DOMINGO 7: Venados Atrapados
Dieciséis años de impunidad para culpables
de desafueros en República Bolivariana (“RB”), han hecho las veces de su propio
corral sin salida, apretando cada día, tal ocurre a venados y demás presas
animales que, una y otra vez, se tragan cebos escondidos tras barreras de un cercado,
el cual se les cierra amenazante de dejarles
atrapados por siempre. En el caso de los
humanoides de este cuento, es tan repetida su ingesta de carnadas sin efectos
nocivos, que aun juzgarían imposible imaginar algo o alguien bloqueándoles esa
salida tenida por garantizada.
Las barreras rodeando a los
venados de la especie bolivariana vendrían desde adentro y no desde afuera del
rebaño. Son talanqueras ancladas lentas y profundamente en bochornosos sucesos como
la glorificación de los pistoleros de puente Llaguno, el asesinato de Danilo
Anderson, las infames listas de Gascón y Maisanta, los despidos ilegales de los
tecnócratas de PDVSA, los ventajismos y fraudes electorales, la corrupción
generalizada sin castigos; y en 2014 las muertes, torturas, persecuciones y
cárcel para participantes en protestas
pacíficas promovidas por estudiantes.
La visible gran mentira de “RB” bambolea
igualmente sobre las talanqueras del guión único de falsas subversiones, conspiraciones,
magnicidios, invasiones del imperio yanqui, ataques de la derecha fascista y
golpista, de las que nunca se revelan pruebas, respondiendo a la prescripción de Fidel y Raúl Castro para consumo exclusivo
de inocentes mayores de 18 años, fanáticos, o de los bien retribuidos por
adhesiones incondicionales. El método muestra su eficiencia en 56 años de dictadura
familiar en Cuba, con aplausos de minorías ignorantes del resto del mundo hasta
que la desgracia se les viene encima, restringiendo sus libertades públicas y
reprimiendo a transgresores.
El cercado asfixia pausadamente a
estos venados –pero como si no fuera con ellos–, aunque peor todavía al remanente
de la población al que ya no le alcanzan ingresos para alimentos, medicinas,
repuestos –cuando se consiguen sufriendo sol y lluvia en largas colas–, o
simplemente para pagar pasajes diarios al trabajo, la escuela, los hospitales o
las frecuentes visitas a morgues, funerarias y cementerios. Las barandas se levantan asimismo con altas
cifras en dólares conseguidos prestados en el extranjero, y los cuales deberán
ser pagados con adicionales privaciones para el pueblo, a corto plazo.
Los venados parecen no darse
cuenta del corral que se han tendido ellos mismos, con la escasez de resultados
concretos que signifiquen mejor calidad de vida a la de dieciséis años atrás.
Nada sobresaldría por encima del gamelote creciente de palabrerías, discursitos
y cadenas para atontar a seguidores, a pesar de los descomunales ingresos
petroleros durante un acumulado de años jamás conocido, y por fuera de
auditorías confiables. Escapar del propio cerco de talanqueras resultaría ahora
improbable, y la represión desatada por el régimen presagia que algunos desearían
abrirse paso a tiros, para salvarse de su suerte fatal.
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