Josué D. Fernández A., comunicólogo

La fase concluyente previa al desastre de cualquier persona casi siempre resulta en un gran mareo, para el que serían muy tarde los intentos de control de sus consecuencias inmediatas. Los mareos se presentan de intensidad variable, de leves a fulminantes, y en casos remediables es importante conocer bien la causa que los produjeron, buscar tratamiento así como evitar que vuelvan a repetirse con mayores secuelas. Cualquier precaución resultará poca en estos tiempos de ataques silenciosos —los peores—, con medios tecnológicos causantes de enloquecimientos dentro de embajadas y otros claustros; también con la liberación de armas biológicas cargadas de virus de efectos impredecibles. Lenguaradas hacia adelante y hacia atrás en temas públicos tendrían igual efecto, sobretodo en dictaduras expertas en torturas psicológicas como en Venezuela, Cuba y similares. En dictaduras de ahora, como esas de Rusia, China, Cuba y Venezuela, es donde se fabrican mareos y muertes para dañar gravemente a  l

  Rara vez el hacer el ridículo es de gratis, siendo advertido como trastorno severo en sujetos que padecen de tontera a niveles extremos. La ridiculez se convierte en grave deformación cuando cuenta con la vista gorda aumentada de mucha gente, pero en particular de familiares o amistades; alergias a la autocrítica, espejos adulterados, o por muy baja autoestima. Tales causas serian buenas de tener en cuenta por personas recuperables, con minutos de lucidez para la sospecha de que fueron atrapadas en una caricatura, por la que otros podrían sentir silenciosa lástima. En este grupo, el atender las alarmas es oportuno para escaparse de un final de bufón de mal sueño, que no arranca risas sino lamentos. La mayoría de esos individuos se hallan en categoría de irrecuperables, y son adultos mayores, de notable falta de dignidad, quizá consumida en lances de equilibristas tembleques. Encarnan el fenómeno del mono-truco, el cual llena grandes vidrieras en política, y gobiernos por elección pop

  "El pollito y la Vaca" se refiere a una fábula poco delicada según estándares pasados de moda,  pero muy generosa en la explicación de los significados de "Amistades Peligrosas" o "Dulce Enemistad", parodiando enredos de famosas comedias. La versión culta de la susodicha quizá diría así: "Un pollito camina despreocupado entre  vacas hasta que queda aplastado por una imprevista carga de excrementos, caída de arriba. De seguida trata de aclarar la garganta con el habitual pio-pio, por tiempo suficiente para llamar la atención de un gavilán, el cual desciende hasta el pastoso charco, levanta al pollito, y se lo traga entero. La moraleja precisa que el que cubre de excrementos a cualquiera no es un enemigo declarado, el que lo saca tampoco es un amigo fiable, y, cuando el excremento arropa,  no hay que decir ni pío... " Esa vulgar fábula  antigua merece especial recordación en situaciones donde abundan amigos con antecedentes dudosos o desconocidos