Josué D. Fernández A., comunicólogo

  La falta de claridad de cualquier asunto, o de digestibilidad para el promedio humano, rápidamente cae en la clasificación de misterio, a menos que resultara materia de formal investigación criminal independiente.  Los hechos oscurecerían a mayor velocidad,  cuando resultan parte de una maraña  intencional para impedir profundizaciones temáticas, ocultar fechorías, o confundir a los interesados en los esclarecimientos respectivos. Hay tramoyas tan oscuras, que al final ya no importarían causas ni culpable específicos. Vivir bajo olvidos comodaticios y conformistas previene de trastornos, aceptando truculencias a conveniencia, por el poco esfuerzo requerido para desvelar trampas escondidas. Fisiológicamente equivaldria a padecimientos crónicos de borrones peligrosos de memoria, de puntos ciegos mentales, en vez de perecer de repente por derrames cerebrales de realidades espantosas. Atrás Son tantos y variados los casos cerrados bajo categoría de misterios que pondrian a temblar a i