Josué D. Fernández A., comunicólogo

H ay pocas palabras que conducen a un gran vacio en el camino como "fallo (a)", especialmente grave cuando etiqueta sanciones "chucutas" de cualquier tipo. Así mismo son escasas las personas en desacuerdo al referirse   a un fallo, como un asunto generalmente lncompleto. En contraste resulta bastante peligrosa la gente que da por suficientes muchos veredictos, conforme a conveniencias particulares,  aun con víctimas  abandonadas en el camino, clamando justicia a la vista de todos.   Atrás El peso de la ley inquieta por igual a culpables y a inocentes a decir de textos antiguos atribuidos a Matusalen primero, y luego a Mariacastaña, quienes ya dudarían de imparcialidades derivadas de "talis" o "tale" equivalentes a idéntico o semejante en cuanto a delitos y penas; o simplemente "talión" en lenguaje coloquial. Para entonces ya se discutiría sin consenso sobre la relación de penas idénticas o niveladas referidas a la expresión del "oj

  Está comprobado que cualquier malvado chofer de metrobus podría sabotear los horarios de salida de su unidad, con solo arrancar una pieza del motor, abandonar el volante por paro "de brazos caidos", o por simple desprecio al pueblo obligado a depender de ese transporte. El asunto causa la paralización de la honradez de un pais,   si ese chófer llega a convertirse en cabecilla de la corrupción como régimen. A falta de acción contundente por parte de los afectados para finiquitar tal abuso, la esperanza sería la de creer en la fatal espada colgante de Damocles, la cual caerá para cortar cabezas activada ahora por la indetenible rotación de la tierra hora tras hora. A los que flotan entre nubes y   a los que van a pie también, de forma igualitaria como ningúna otra, el paso de las horas siempre inquieta para bien o mal. Hay quienes piensan inclusive que son mayores los padecimientos desde los inventos de calendarios, relojes y   otros instrumentos con los que se mide el tiempo