"Porteñidad de Antaño" (Cuarta y última Parte)
En la primera parte de "Porteñidad de Antaño", se hace honor a un notable colectivo de "Amor a Dios"por sobre todas las cosas. https://comunicadorcorporativo.blogspot.com/2025/04/portenidad-de-antano-primera-parte.html
Luego en la segunda se ahonda en motivaciones cristianas,las cuales anudan a distintos devotos alrededor del mundo. https://comunicadorcorporativo.blogspot.com/2025/04/portenidad-de-antano-segunda-parte.html
En Puerto Cabello se erige un monumento para honrar a los norteamericanos presentes en el proceso de la independencia de Venezuela, y el cual se ofrece en este espacio como alegoría de la cuarta y última parte de "Porteñidad de Antaño, escrito por Marbella Díaz Weber, y difundido aqui con espíritu fraterno en el blog del "Comunicador Corporativo". Sin sugerir paridad con aquella hazaña, tal vez en el monumento ya mencionado cabria una huella pequeña de los misioneros que vinieron posteriormente, hace mas de un siglo a predicar el evangelio.
La acuciosa vecina Grísseld LecunaGarcía/Bavaresco, encontro en la “Columna de los Americanos”, la que fue popularmente conocida como "la Plaza del Aguila", que el ave que en ellabse alza es un Cóndor: "Es un cóndor super heroico sobre una columna de dieciséis metros de altura que representa un faro, adornada con cuatro guirnaldas y dos escudos de armas".
LA ASAMBLEA
Después de 14 años de prédica en Valencia (capital carabobeña), don Jorge Johnston, se trasladó “a caballo” abriendo paso en el horizonte porteño para conquistar el corazón de sus nativos. Los hermanos en Cristo alquilaron una pequeña vivienda en la calle Valencia; corría el mes de noviembre de 1914, los misioneros no tenían suficientes recursos ni tampoco ayuda por parte del prójimo; sin embargo, don Guillermo Williams se las ingenió para construir unas sillas plegables de madera, las cuales trasladaba de un lado a otro para los cultos nocturnos; la ciudad comenzó a conocer los predicadores por sus múltiples visitas “casa a casa”, “puerta a puerta”, repartiendo literatura de pasajes bíblicos y testimonios personales, anhelando la llegada de los días martes para congregarse en horario nocturno, contando con plena asistencia de la comunidad y de los otros siervos cristianos.
T
Mientras en una parte del mundo se suscitaba la Primera Guerra Mundial; en Puerto Cabello, el 02 de enero de 1916, dieciséis creyentes se reunieron un domingo en la mañana para celebrar la Cena del Señor junto a la Asamblea de Valencia en la pequeña casita de la calle Valencia.
Puerto Cabello cobijó a muchos hermanos extranjeros en la tierra del último bastión de Castilla; falleciendo muchos de ellos en la ciudad a la cual manifestaron su amor.

Don Guillermo Williams escribió un libro en inglés de sus vivencias en Venezuela, despertando en la lejana Australia, la traducción al español de “Una Obra Silenciosa”, por el autor Neal R. Thomson.
En ese momento, comenzó a dictar clases en los grados de 5to. y 6to., el joven Bernardo Chirinos, quien terminaba su bachillerato y aún no había ingresado a la Universidad de Carabobo.
A muy corta edad, Bernardo Chirinos aceptó a Cristo y desde entonces no se apartó nunca de su camino. Egresó de la Universidad de Carabobo como Médico Cirujano, especializándose en Cardiología, pasando consultas privadas en la Clínica Guerra Más.
Predicó la palabra desde muy joven, recorriendo el país y a su vez visitando otras Asambleas en otros países.
Su vida estaba llena de los propósitos del Señor; en sus prédicas con fervor decía: “YO NO MEREZCO IR AL CIELO, pero se que Dios me ama y que para Él salvarme envió su Hijo a morir por mí “.
El 29 de mayo de 2024, las puertas del cielo se abrieron para recibir el alma del Dr. Bernardo J. Chirinos, quien en vida nos dejó un gran ejemplo siempre apegado al evangelio.
La multitud cristiana, familiares, amigos y galenos en medio de una honda tristeza le despidieron acompañando su ataúd hasta el Cementerio Atardecer.
La primera Biblia que tuve en mis manos fue a los ocho años, gracias a la gentileza de mi padre, Dr. Jesús Díaz Noriega, quien me la entregó a raíz de iniciar mis estudios en tan distinguido Colegio.
Diariamente en el salón de clases y bajo la tutela de la maestra Inés M. Chirinos, leíamos los distintos capítulos y versículos contenidos en el Antiguo y Nuevo Testamento.
En el transitar por tan insigne institución, el mensaje de la palabra de Dios retumbaba en mi corazón interpretándolo como escudo de protección y salvación del alma para la vida eterna, teniendo la dicha y fortuna de ser guiada académicamente por la srta. Inés M. Chirinos desde cuarto hasta sexto grado; cosechando una hermosa amistad con la familia, la cual se ha mantenido en el tiempo para gozo del Padre.
Además, recibir las primeras clases de inglés de la srta. Donna Slack, quien con cariño se dedicaba en sus horas libres.
Son muchos los profesionales del hoy en las distintas ramas del saber, que se formaron en las aulas del Colegio que los vio crecer como la espuma de las olas que bañan los acantilados porteños.
Reminiscencia para aquellos pioneros que en el nombre de Jesús, llegaron de tierras lejanas, levantaron su voz y trabajaron incansablemente buscando por medio de la fe, creyentes y servidores fieles de la palabra De Dios.
Aquí estamos…
"Jehová es mi pastor, nada me faltará". (Salmo 23:1).
/MDW
NOTA:
Entrevistas publicadas:
14 de mayo de 2007 y 17 de marzo de 2012.
Diario La Costa - Puerto Cabello.
(Actualizada Marzo, 2025).
Que lindo, que de reminiscencias hermosas, aunque no estudie en el Colegio Evangelico, mis hermanos: Loyda , Samuel, Mercedes y José Félix si lo hicieron, mi mamá me hablaba de otro misionero porque así los llamaba,Don Santiago. Que de recuerdos .
ResponderEliminar