TRONOS
La ficción sobre enredos sacados de ultra-secretos
de monarquías, en cuanto a variados excesos de egoísmos, ambiciones, intrigas
y bajas pasiones, ha sido motivo de prolongada avidez toda la semana, a propósito
del fin de la octava temporada de “Games of Thrones”. En la realidad, las
monarquías han sobrevivido miles de años partiendo del beneficio de despojos de derechos de los pueblos, por
arrebatones territoriales y leyes a la medida, con iguales excepciones para su descendencia,
y por la sumisión forzada de los demás.
No obstante, en el mundo de ahora tiene
mayor importancia la disidencia que por envidia de algunos, o como víctimas
directas o indirectas otros, ha levantado la voz contra realezas por los gastos que causan a repúblicas de las que
son reliquias, o por la alternabilidad vitalicia dada por simples apellidos. Es
grande la crítica a los privilegios exclusivos de la llamada gente de “sangre
azul”. la cual no se ve por ningún lado
en sus venas y arterias, pero que sirve de excusa a las aristocracias homologadas para valerse de
trato de excepción sobre el resto de los ciudadanos.
Los imitadores o copias adulteradas de monarcas
-por ausencia de linajes rancios acreditados-, son los que más abundan en la
actualidad como producto de comisiones y estafas de corruptos en regímenes de
cuentas oscuras, o entre empresarios que especulan con bienes, servicios, y remiten
capitales de procedencia dudosa a paraísos fiscales, y a quienes se lucran de
desdichas de los pobres o de emigrantes ilegales en tránsito hacia destinos
promisores. A los señorones de ayer y hoy, Joan Manuel Serrat le dedicó
“Disculpe el Señor”, sonando de seguida.
El egoísmo es la característica común a los
que tienen o han tenido un trono de cuna, o de robos, la diferencia no importa.
Se trata de un potente contaminante que activa casi siempre los instintos de acaparamiento
del máximo poder, y de la menudencia de dinero y otros bienes que no les
pertenece, para arruinar a pueblos
enteros, familiares y amigos, con el solo propósito de engordar tesoros
individuales, aunque después no les quepan en la urna del viaje al cementerio.
El egoísmo típico en cuentos de tronos
tradicionales y de corruptos fue repelido con grito de ¡ya basta!, hace dos siglos en
Venezuela, cuando los caraqueños se sintieron empoderados por el canto popular patriótico
de “Gloria al Bravo Pueblo”, escrito por Francisco Salías. El autor era el sacerdote
que invitaría al pueblo a desconocer a la monarquía española en 1810. El canto, con música de Lino Gallardo -oficialmente
de Juan Landaeta-, se convirtió en himno nacional precisamente un 25 de mayo,
como hoy, pero de 1881, por decreto del
presidente Antonio Guzmán Blanco.
Aquel gesto independentista fue replicado
en distintos lugares de América del Sur a partir de entonces, escuchando la invitación
a “seguir el ejemplo que Caracas dio”. Sin embargo, para la tercera y cuarta
generación de tales valientes, sometidas a un trono de corrupción por los momentos,
la protesta es sofocada con cárcel, torturas, muertes, y tropas militares enviadas
a enfrentar con armas de guerra a manifestantes de calle. A quienes tienen la
disposición de batallar sin descanso por
equilibrios de justicia, oportunidades de vida, y libertad, el venezolano Nacho
les compuso el tema “Valiente” que
cierra la sección. Buenas tardes.
Narración completa y temas
musicales editados, en grabación por:
El artículo adosado forma parte de“SALDOS”, segmento de la revista
“Estamos en el Aire”, transmitida a las
4:30 de la tarde, cada sábado, para el
entretenimiento general a partir de saldos que deja la actualidad local e
internacional En ensayo audiovisual a título de catarsis del autor Josué D.
Fernández A., a través de Radio Rumbos 670am.en Caracas, Venezuela, ,
para participación directa por los
teléfonos +58 212 284.04.94 y 285.27.35, por Twitter, @jodofeal, https://www.youtube.com/user/fernandezjosue
o en https://comunicadorcorporativo.blogspot.com/
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