DOMINGO 7: BARCO CHIQUITICO
Lo
más lamentable de la política venezolana no es que la gente que sobresale en
ese campo esté muy lejos de ser santa - que ni en el Vaticano abunda ya -, su
desgracia mayor estaría quizás en los capítulos mediocres protagonizados desde
cualquier bando, casi siempre concluyendo en raterías de oscuras ganancias. La nave insignia de la chapuza política
venezolana contemporánea debería llamarse “Sierra Nevada”, en memoria del barco
chiquitico que en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez originó una pequeña
bola de nieve en una supuesta batalla contra el peculado y la corrupción, pero
que continuó creciendo, rodando montaña abajo.
Así llegaría a convertirse en la descomunal pelota de ahora, cuando mantienen
beneficios por igual los herederos de muchos
de los decentes y los indecentes de aquella partida,
gozando de una misma impunidad, rebautizada bolivariana.
Como pasaron alrededor de cuarenta los años
del cuento del Sierra Nevada, sería necesario recordar que en ese caso sobraron
las similitudes con la canción de
aquel “Barco Chiquitico” que
no sabía, que no podía, que no podía navegar… Casi un chiste además, si se le
comparara con los estándares de corrupción del siglo XXI, y se tomara como
cierto que Venezuela
le regaló un barco a Bolivia en un sentido de solidaridad y de simbolismo en su
necesidad de este país de obtener en lo posible una salida hacia el mar que no
lo tiene. Pero el barco que era inservible, fue comprado con sobreprecio de
varios millones de dólares. El caso del buque refrigerado Sierra Nevada en el
que se malversaron más de US$ 8 MM. El presidente de Venezuela, Carlos Andrés
Pérez, fue inculpado por el Congreso de responsabilidad política (132 votos
contra el presidente y 102 a favor), aunque absuelto de responsabilidad moral.
Sin
embargo, una nueva oportunidad justiciera
fue aplaudida por unos cuantos como ataque al mismo CAP, en los fusiles de
militares que insurgieron contra la democracia que estaban obligados a
defender. No obstante, a la tercera sí fue la vencida, en marzo de 1993, cuando el
Fiscal General de la República, Ramón Escobar Salom, introdujo una solicitud de
antejuicio de mérito por el delito de "peculado doloso" y
"malversación" de 250 millones de Bolívares (17 millones de dólares
en esa época) de la partida secreta por cuyo manejo era responsable. Durante el
proceso se reveló que dicho dinero había sido utilizado para ayuda
internacional a la Presidente Violeta Chamorro en Nicaragua y la vicepresidente
Yesseany Medina Parra. La alfombra quedó tendida esperando la posterior llegada
triunfal del vengador, por ahora, fracasado
como golpista, que provocaba delirios en hombres y mujeres con el sólo anuncio
de acabar con las “colitas” en los aviones de PDVSA, y de “freír la cabeza de los adecos en aceite”.
Lo
peor ha sido, de acuerdo con noticias recientes, que la verdadera historia se escribe
en 2011 en Nicaragua donde Ortega gobernará con amplio poder pero atado
al apoyo de Chávez, financiados por la extraordinaria cooperación de su aliado
venezolano -500 millones de dólares al año-, sus programas "Pan
Techo", "Hambre Cero" y "Usura Cero", incluyen desde
créditos y títulos de propiedad hasta pasajes subsidiados de autobús, una vaca
o un cerdo. Por otro lado, contendría
petróleo venezolano y uranio destinado a la intermediación y ganancias de las
FARC según datos de la computadora de Raúl Reyes. También se contarían financiamientos electorales en
Argentina, Uruguay, Paraguay, Honduras, Perú, Bolivia, y Ecuador, donaciones a
Cuba, joyas y condecoraciones de regalo a dictadores, y muchas otras partidas secretas que generarían desencantos
para quienes dejaron por fuera del reparto del botín, entre otros los
venezolanos pobres.
En
estos días de moral revolucionaria
bolivariana, con poderes públicos a la medida sin posibilidades de escrutinio
alguno, aquel barco más que chiquitico hoy se habría hecho microscópico ante
los ojos de un grueso sector donde caben igualmente los que quedan de los entonces
escandalosos “ni-ni” de la época AD-Copei.
Los mismos que chuparon subsidios
del “Ta barato”, de la “Gran Venezuela”, y del “Gran Viraje” hasta la llegada de las vacas flacas, y después
clamarían - ¿sin saber? - por el bálsamo que los haría yacer calladísimos
esperando milagros divinos de resurrección y arrepentimiento para sanar sus
culpas encapsuladas en ese acomodaticio “ni-ni”. Mientras haya migajas y
promesas de que serían mayores en los días por venir, continuarían esperando
que los demás decidan por ellos, para luego quejarse del despojo institucional
y de la ruina del país tramada a sus espaldas, y que aparezcan extraterrestres con las
fórmulas mágicas del bienestar colectivo anhelado por todos. Tal vez no alcance
el tiempo para aplaudir a esos marcianos si llegaran a aterrizar.
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