MECEDORAS
Hay peligros que pasan inadvertidos por falta de mente y ojos en guardia. El origen de uno de aquellos vendria en el goce de vaivenes para alcanzar un descanso placentero, sin considerar daños asociados. La acción de las tradicionales mecedoras, dormideras quizás, servirían de muestra de infortunios en puerta.
Distintos ratos gozosos pasan por alguna mecedora, que temprano o tarde se incorpora a la dotación de muebles del hogar. A la mayoría de ocasiones en las que hay una de por medio casi siempre le sigue cierto relajamiento, con síntomas leves de la temida narcolepsia. Se sabe de historias buenas y malas con parecido cercano, recogidas en novelas y "noticias de sucesos".
La
cadencia rítmica del cuerpo humano se cree que comienza de pequeño,
estando el recién nacido en brazos, para apurarle el sueño. Es
también el principio de una de las dependencias futuras, la cual se
anuncia con el fuerte llanto sobrevenido del crio, al detener
el vaivén.
Ahora
El efecto mecedora fuera de todo control se sufre a veces en una baranda de
cara al mar, sobre una embarcación en constante movimiento arriba, abajo, a
capricho del oleaje, provocando vómitos y mareos agudos a muchas
personas.
Ese efecto empeorará si fuera causado por congestión de narcóticos legales o prohibidos, aun con el terrible soporifero llamado burundanga; mientras que el perjuicio se vuelve supremo en situaciones de torturas deliberadas en calabozos de dictaduras tal cual ocurre en Venezuela, y con base además a propaganda directa o subliminal para enloquecer y dominar a pueblos enteros.
Las fuentes de dormideras son abundantes e inevitables por excesos de trabajo y preocupaciones supuestamente irremediables; y ni hablar de los hábitos de los bastante mayores de edad. Reducir las cargas físicas y emocionales tal vez aliviaría ese descontrol, pero el resto inesperado por agresiones malintencionadas de dominación, requerirá el máximo de precauciones y desconfianza con quien se acerque de repente sin consentimiento expreso.
A la espera de cambios favorables de las condiciones actuales, los sueños del futuro promisorio deben permanecer atesorados y en crecimiento, para hacerlos realidad en el momento indicado por venir.
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