OCTANAJE PLUS
El poder de combustión de un carburante específico para activar una máquina en la Venezuela de hoy, ha dejado de ser motivo de preocupación general, contraviniendo precauciones para evitar catástrofes por mal uso de sustancias inflamables. En condiciones del ayer de bastante menor crispación colectiva; según el gran favorecido de una “voluntaria” revuelta en 1989, la chispa que encendió el motor de la Revolución Bolivariana –diría su posterior propulsor–, estaría entonces en la proclamada alza en el precio de la gasolina por Carlos Andrés Pérez II, en un 100 por ciento, pero que por decisiones peores de estas horas se convertiría en santa reliquia de la generosidad oficial de antes.
Es
que, actualmente, un súper gigante aumento de la gasolina en cientos de miles
por ciento, pasaría por encima de la advertencia original de los precursores
del régimen, y pareciera fundarse en que ya no existiría chispa venezolana alguna,
apagada esta quizás con invariable represión armada de manifestaciones de
calles, la cárcel y hasta
la muerte para participantes en protestas estudiantiles, la persecución desmedida a dirigentes opositores, y el silencio impuesto a la información independiente sobre abusos, con prisión de periodistas y privaciones de insumos a los medios. Sin rechistar pues, habrá que pagar de diez a quince
bolívares soberanos por cada litro, o más de acuerdo con los precios
fluctuantes en dólares en el extranjero; o doblar el lomo para merecer una rebaja si se portara la falsificada
identificación nacional encubierta como “carnet de la patria”, con la cual se
abrevia la dominación del pueblo.
Quienes
se resistan a ficharse con ese “carnet de la patria”, tras posible acuerdo de la
disidente clase media rebautizada “media pobre”, junto a algún otro rebelde al que
solo le queda un poco de dignidad, tal vez soñarán en lo adelante en cómo gustaban de cambiar sus vehículos por modelos nuevos, y que apenas cuentan
con repeles para mantenerlos en condiciones precarias, con la suerte de repuestos de segunda mano, o de canibalismos de expertos en desmembrar autos robados. Además, con la gasolina por las nubes,
probablemente tendrán el único consuelo de ver paralizado al
viejo “cacharrito”, como pieza arruinada del que fuera orgullo del brasilero Roberto
Carlos, en los 60 del s. XX.
https://www.youtube.com/watch?v=bvS0tS-L72M
Para
la clase hundida en la clasificación de “pobre y media”, desde hace tiempo ni
siquiera alcanzarían sus ingresos para un “cacharrito”, y tampoco dispondría
de populares moto taxis y de
regulares adicionales unidades de transporte colectivo, por su desaparición
forzada debido a tarifas insuficientes para cubrir costos de operación en
ambiente híper-inflacionario y de devaluación monetaria. La angustia crece
desmesuradamente porque las “perreras” sustitutas, que amontonan a la gente en
camiones de volteo, y otros carros de carga sin techos, seguramente subirán el
pasaje para emparejarse con los crecientes desembolsos para obtener
combustible. Es
decir, un camino a pie es la promesa que queda por delante.
El
visitante de Venezuela, que la conoció en medio de libertades democráticas y
económicas, separación legítima de poderes, y justicia independiente, ahora hallará ciudades, calles y autopistas
desiertas, desmejoradas al extremo al anochecer y antes de salir el Sol. La inseguridad y la delincuencia se
convirtieron en aliados del estado de sitio del que se benefician dictaduras, y
la crecida de gastos para carburantes sacará adicional número de habitantes de
las vías, ante la falta de fondos para cubrirla
entre amplios sectores excluidos de captaciones populistas de la administración
pública.
En
Venezuela se ha llegado al final de lo único barato que quedaba, los
combustibles provenientes del petróleo, acordados por tradición como parte de
la retribución al pueblo de esa inmensa renta que se le niega en equitativas
obras sociales, aunque sea el verdadero dueño de las riquezas del país. Para
muchos, despojados del derecho al octanaje plus, y al
minus también, en este “Gasolinazo” de la
dictadura, quedará como ruido sordo la monótona
pieza “Me gusta la gasolina”, del “reggaetonero”Daddy Yankee.
Ensayo
audiovisual para público de pregrado, disponible en la voz del autor, en
colección de Josué D. Fernández, con temas musicales editados, más cortos, al
pinchar en:
El artículo adosado forma parte de
“Experiencias Mayores”, encartado del programa “Estamos en el Aire”, a las 4:30
de la tarde, cada sábado. Breve espacio editorial ligero, canal de catarsis del
desconcierto de su autor, con música a propósito del asunto que trata,
entrevista y gotas de humor. Por http://www.radiorumbos670am.com.ve/, en cuya discusión los interesados pueden tomar
parte por los teléfonos +58 212 284.04.94 y 285.27.35, o mediante mensajes
directos por Twitter, a Josué Fernández, @jodofeal, por canal personal de
YouTube, o aquí en www.comunicadorcorporativo.blogspot.com
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