"PUMPÁ"





Hay palabras enlazadas a procedimientos que tienen el destino común de la desaparición en algún momento, y de un largo abandono como el del  pariente pobre en la morgue. Un ejemplo es el de pumpá, sombrero de copa o chistera que ya no se estila, si bien llegó a posarse sobre las cabezas más ilustres, según exigencias en momentos cumbres, y hoy son apenas recuerdos amarillentos, de horas gloriosas, o trastos para el desenfreno de "horas locas".





















De forma parecida al pumpá y su relevancia en época pasada, se encuentra ahora el “recurso de apelación”, aunque en el fondo se trata de materia muy distinta porque en este caso ahonda en una pérdida muy grave  de derechos en Venezuela. Pero, tanto el sentido de recurso como el de  apelación igualmente se han extinguidos en la vida diaria, no tanto por desuso sino por su abolición de hecho, mediante disposiciones dictatoriales.


Las apelaciones fueron las esperanzas de acusados injustamente, mientras existió el estado de derecho, pero con la clausura de esa vía por la tiranía, el procedimiento corrió igual suerte al del desuso del pumpá, requerido por la etiqueta de las buenas costumbres.  De la era del respeto entre ciudadanos quedaron fotos de presidentes el día de su toma de posesión, y hasta de un saludo, pumpá en mano, del gran Armando Reverón, hace 65 años, al recibir el Premio Nacional de Pintura del Salón Oficial de 1953.

No obstante, pareciera que al recurso de apelación se lo llevó el pumpá, junto con otras maneras  que recuerda "Amarraditos", en la interpretación de Plácido Domingo.





Mas es inaceptable que, en la Venezuela de hoy, el irrespeto a las leyes y a la Constitución constituya la forma de gobernar, sin instancias independientes válidas, y así, tampoco se estila la presunción de inocencia de nadie, aún en ausencia  de flagrancia. No se estila el exigir el procesamiento por jueces naturales. No se estilan las órdenes judiciales y el acompañamiento de fiscales para realizar allanamientos o llevarse detenidos. No se estila informar sobre causas de una detención. No se estila garantizar los derechos humanos de cualquier procesado. No se estila el apego a los plazos procesales. Nunca se sabe por cuántas semanas, meses, lustros o décadas, pudiera durar una condena.


Sin embargo de adentro hacia afuera, la exigencia de respeto ─que se niega internamente─, a cada minuto se invoca a través de protestas oficiales recurrentes frente a muchas naciones que aplican sanciones en el extranjero a funcionarios acusados de mantener cuentas bancarias de procedencia dudosa. Para los déspotas, serían intolerables así mismo y calificadas de injerencias, las solidarias apelaciones externas por la restitución de los derechos y las libertades democráticas, así como la apertura de corredores humanitarios para llevar alimentos y medicinas a los más necesitados, y su desconocimiento a resultados de actos electorales fraudulentos, en medio de inhabilitaciones y encarcelamiento de líderes de partidos de oposición. 

Por bastante menos, en 1966, Mirtha Perez desahogaría su frustración de entonces, de la manera que sigue:






















Audio completo del suplemento "Experiencias Mayores", en la voz del autor, Josué D. Fernández enhttps://youtu.be/qaE2LAk9G_o

El artículo adosado forma parte de “Experiencias Mayores”, suplemento en el programa “Estamos en el Aire”, a las 4:30 de la tarde, cada sábado. Breve espacio editorial ligero, con música a propósito del asunto que trata, entrevista y  gotas de humor.  Por http://www.radiorumbos670am.com.ve/, en cuya discusión los interesados pueden tomar parte por los teléfonos +58 212 284.04.94 y 285.27.35, o mediante mensajes directos por Twitter, a Josué Fernández, @jodofeal, o aquí en  www.comunicadorcorporativo.blogspot.com












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