DOMINGO 7: LAS HIENAS Y NERÓN
Josué Fernández
La campaña electoral venezolana recibió a 2012 en calles y avenidas con risueños afiches fotográficos de los precandidatos por el lado opuesto a la amenaza de continuismo gubernamental, los cuales harían recordar al viejo chiste sobre la hiena. En el referido cuento, una maestra ante sus alumnos la definía como “un animal del norte de africa, que come carroña y hace el amor una vez al año, pero aún así ríe imitando a los humanos”. A tal descripción, Jaimito se preguntarìa de qué se podrìa reir el espécimen, viviendo en condiciones tan insoportables para cualquiera.
De diferente índole de privaciones, pero muy dolorosas y llevadas a extremos en Venezuela en los ùltimos trece años, menos serían para provocar algún tipo de risa las persecuciones a políticos retenidos injustamente en las carceles con viciados arreglos judiciales, ignorando incluso delicados estados de salud de varios de ellos. El desproporcionado endeudamiento, malversación y peculado por compras de innecesarios armamentos y sostenimiento financiero de distintos gobiernos, justificando un coro desafinado inspirado por el senil Fidel Castro, quien sigue arrastrando a su órbita a los engreídos debiles mentales de este planeta, aún sin comprender la caída del muro de Berlín y de la URSS a finales de los 80. Y para colmo de males, una poblaciòn que llora a diario el creciente número de víctimas del hampa, y ésta que se aprovecha de la distracción de recursos en la exhibición de ego y vanidad de funcionarios del régimen, desde su líder hacia abajo, en vez de resolver con urgencia los problemas del país.
De allí que confundirían las incongruentes caras sonrientes de los candidatos de la alternativa democrática, mientras por otro lado denuncian el acorralamiento expresado en abusos y maltratos contra el sector sindical, a los empresarios que no desean aceptar arbitrariedades, la sustituciòn de bienes y servicios nacionales por importados generando empleos y riquezas en los lugares extranjeros de origen, los ataques continuados al poder adquisitivo de la moneda nacional, la limitación del ejercicio de la prensa libre, el aliento de invasiones a la propiedad privada, y un sinnumero de otras calamidades que inclusive revelarían el abandono de los más pobres.
Tantas caras alegres adornando postes de alumbrado publico, parecieran imitar otros rostros gozosos que, en el año 64, de acuerdo a versiones, acompañarían a Nerón mientras observaba el incendio de Roma desde su palacio en la colina Palatina, al tiempo que cantaba y tocaba la lira. Sin embargo, por aquí, las perturbaciones que configurarían el incendio mayor se habrían venido fraguando desde antes de 1998, con evidencias registradas oportunamente en los distintos flancos de la vida nacional, y con frecuencia amenizado con cantos, bailes y versos desde el mismísimo pedestal presidencial. En el caso venezolano, también se estaría escribiendo la lamentable historia de una nueva especie de hienas y del Nerón revivido.
En la situación actual no cabrían remedos al supremo “tirabesitos”, con experiencia acumulada a partir de finales de los 90 y ahora repotenciado con “chequera que mata a galán”, aunque éste tenga sonrisa de dentífrico. Dentro del proyecto continuista venezolano mientras menos escrúpulos como los demostrados inequívocamente, mayores serían los recursos para coleccionar triunfos en serie en la categoría de arrebatones, blindados por la alineación de todos los poderes públicos bajo su control.
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