DOMINGO 7: ¿ETERNA ADOLESCENTE?
Por
Josué Domingo Fernández Alvarado
Como fósil de eterna adolescente estaría
entre malo y pésimo el destino que le aguardaría a Venezuela, aunque tal
fatalidad sería más bien improbable considerando resultados preliminares del
Censo 2011, los cuales ya dejan constancia
de que la población comenzaría a envejecer, y en consecuencia a disminuir el
número de inocentes en su interior. De otro lado, el gobierno asegura en cada
documento oficial que este país cuenta hoy con la enorme edad de 202 años de su independencia,
152º de la Federación
– y 12º de la Revolución –, por si fuera poco el aprendizaje
a trancazos que encierran las dos primeras fechas.
Con el expediente que precede, costaría mucho tragarse la hipótesis
publicada recientemente, de un ser de cuerpo, mente y espíritu aún en formación
como el de los “adolescentes”, que
representaría al promedio de los habitantes, permitiendo atribuirle conductas superficiales,
impulsivas, sin medir consecuencias, especialmente a la hora de escoger un
líder para dirigir su país. No obstante, tal es el enfoque contenido en la
calificada percepción de un experto conocedor de conductas sociales basadas en
encuestas, las cuales se caracterizan por sus aciertos en las preguntas que
concluyen en adhesiones casi invariables al régimen actual, y luego en
propaganda gobiernera de sus verdades
estadísticas.
Sin embargo, en este caso habría que reconocer el mérito innegable del
encuestador cuando afirma de manera complementaria que, por ahora, en Venezuela “no
hay diferencia entre lo que busca una adolescente (y también las mayorcitas) en su pareja y lo que
busca la gente en su líder”, agregando que “a
veces su selección nos parezca inadecuada y en efecto el resultado sea
desastroso, pero es obvio que a ella, que en definitiva es la protagonista,
le da "nota".
Tal pronostico no haría ninguna
gracia a los verdaderos dolientes de personas en ese mal trance, porque
implicaría comportamientos bajo dañinos efectos de una “nota”, cualquiera que fuera, la cual conllevaría además, según recopilaciones
sobre inmadurez de adolescente y violencia contra la mujer, a que ellas se enamoraron inocentemente y luego
vieron como su mundo de princesa de cuentos se iba viniendo abajo. Peor
aún, que las que consiguieron alejarse de
ese monstruo no pueden hacer nada en su contra porque no la dejan, porque la
persiguen o porque a través de sus hijos no pueden deshacerse de ellos.
En la vida
pública criolla, de cara a la escogencia de un nuevo gobierno para el próximo
sexenio, se pondría a prueba ese enamoramiento adolescente que se explicaría en
un breve período en la existencia de cualquiera, pero afortunadamente nunca eterno
como fósil, en condiciones de adecuada salud mental. El “resultado desastroso” adosado al vaticinio del encuestador, para
Venezuela dejó de ser promesa y se expresa en graves deterioros de la paz ciudadana, en violencia e
inseguridad en la calle, en el decrecimiento de los niveles de los servicios
públicos, educación, vivienda, alimentación y salud, pérdida del valor del
bolívar, así como en el aumento de la corrupción oficialista y del secuestro de
los órganos de la justicia, desde finales del siglo pasado y en la década que
va del presente.
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