CONCERTINAS


En los primeros tiempos, los seres humanos fueron pobladores del mundo, sin más limitaciones que las de su voluntad y entrega para establecerse en determinado territorio, sobreponiéndose a adversidades ambientales del momento. Entonces fue todo tan salvaje, peligroso y desconocido, que nadie pensaría en cercar su soledad -con muros, concertinas o alambres de cuchillas, fronteras armadas-, sino en invitar a otros a compartir impredecibles aventuras y riesgos; es decir, a juntarse para vencer enemigos comunes. Hombres y mujeres de la era de piedra, por su indefensión en solitario, posiblemente no tuvieron necesidad de clasificar la legalidad o ilegalidad de congéneres, mucho menos de levantar fronteras. 


En el 2018, hay que precisar “Después de Cristo” ya que el relato anterior se situó muy atrás, la tipificación de los seres humanos según lugar de nacimiento o nacionalidad, estaría en la protección preventiva de riquezas, en especial las de los más aprovechados, logradas en territorios de laboriosa prosperidad y compensados con centros tecnológicos, financieros, comerciales, y ayuda extra de premios naturales.  De otro lado, el cercado eléctrico, la concertina, las garitas militares fronterizas constituirían a su vez la consecuencia del afán de unos tantos por tener acceso a privilegios que no les corresponderían, por su falta de contribución a esos logros. Las cercas aparecieron con la civilización al patentarse intereses particulares, en vigencia a partir de los beneficios del pastoreo y de la agricultura, defendidos a muerte por quienes se los ganaban con gran trabajo. 


De la ideologización desatada en el mundo de hoy surge una razón adicional para re-potenciar antiguos criterios contra invasiones terrestres, marítimas, aéreas, extendidas ahora al ciberespacio y al propio éter, debido al empeño de pocos de propagar adoctrinamientos sobre arrebatones de lo ajeno como sobrentendida causa justa. Este aparte explicaría la publicitada caravana organizada en Honduras con destino a EE.UU., denunciada por el país señalado como destino por los apoyos encubiertos, supuestamente de saboteadores de izquierda de Cuba, Venezuela, y de activistas hondureños de tendencia semejante. La excusa poética, llegaría en la frase musical No soy de aquí ni soy de allá de Facundo Cabral, en 1972, cuyo verso es falseado como adhesión por el actual régimen venezolano. 



No soy de aquí ni soy de allá, en la mejor buena ley lejos de engaños ideológicos, también reproduce la tristeza de Facundo Cabral -al recordar los apuros de su madre sin hogar cuando él iba a nacer en 1937-, que se ve en la actualidad en las caras de venezolanos que dejan todo para huir espantados a Perú, Ecuador, Argentina, Chile, Panamá, España, Estados Unidos, y decenas de destinos extranjeros,  indistintamente legales o ilegales, pero cargados de esperanzas prohibidas en su tierra de origen. 

El éxodo venezolano, aunque creciente de forma alarmante, todavía no es objeto de brutales cepos, concertinas de acero, murallas y similares, de uso común en Europa, y en los EE.UU., en pasos de frontera ordinarios y extraordinarios. No obstante, las restricciones para quienes se van de Venezuela aumentan cada día, con impedimentos de gravedad casi equivalente en negaciones de residencia aun temporal,  permisos de trabajo, accesos a servicios, y a la medicina y asistencia públicas. 


El gentilicio venezolano se ha convertido en tema frecuente de páginas rojas en distintos lugares, a los cuales así mismo escapan bandidos con los que comparten  nacionalidad, y que  abandonan su habitual territorio al verse en idéntica mala situación a la de sus víctimas, carentes de pertenencias apetecibles para robos o extorsiones. En el año del ciento veinte aniversario del nacimiento de Conny Méndez,  incluimos parte de su composición Venezuela habla cantando, como recordatorio del deber de hacer creíble ese canto de convivencia y paz de “ya por el mundo se dice: Venezuela habla cantando”. Y, si tuviera acompañamiento de concertina, pues que fuera únicamente la del instrumento musical.



Ensayo audiovisual para público de pregrado, disponible en la voz del autor, en colección de Josué D. Fernández, con temas musicales editados, más cortos, al pinchar en:


El artículo adosado forma parte de “Experiencias Mayores”, encartado del programa “Estamos en el Aire”, a las 4:30 de la tarde, cada sábado. Breve espacio editorial ligero, canal de catarsis del desconcierto de su autor, con música a propósito del asunto que trata, entrevista y  gotas de humor.  Por http://www.radiorumbos670am.com.ve/, en cuya discusión los interesados pueden tomar parte por los teléfonos +58 212 284.04.94 y 285.27.35, o mediante mensajes directos por Twitter, a Josué Fernández, @jodofeal, por canal personal de YouTube, o aquí en  www.comunicadorcorporativo.blogspot.com


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