ATAJOS
Tener las manos
repletas con abundante fortuna, sin antes haber trabajado honradamente para
ganarla, encierra la ideología con más seguidores en el mundo. Mientras tanto
producen envidia y rencor de gratis, los pocos poseedores de riquezas que
explican su mejor suerte mediante sudor de frente, largos e incansables
esfuerzos, o grandes herencias, o premios de loterias. Razones apartes, en
muchas ocasiones algunas manos tienen que ser vaciadas a la fuerza para llenar
las de los estafadores.
El camino corto o atajo es sin embargo el que tiene atractivo mayúsculo, aunque termine en la cárcel en casos factibles de ir a tribunales por delitos contra propiedades ajenas. Otra prisión resulta igualmente del engaño que facilita encadenar a pueblos enteros bajo la creencia de la promesa de quitar dinero a los ricos para dárselo a los pobres, tal leyenda de forajido medieval de cuya existencia se tienen dudas, a pesar de las múltiples simpatías acumuladas.
Antes
Robin Hood fue el nombre que pasaria de boca en boca a través de los
años, para distinguir a un folclórico personaje de
Inglaterra, convertido a la postre en héroe por la literatura, el teatro y
el cine mundiales. Él "viviría fuera de la ley, escondido en los bosques
de Sherwood y Barnsdale, cerca de la ciudad de Nottingham".
Aún con esa acreditada y seria referencia, a la vez se hallan afirmaciones que
apuntan a una recopilación de hazañas de muchas personas de proceder parecido,
generosas y desprendidas, catalogadas con etiqueta común.
Ahora
Cualquier cosa menos generosidad y desprendimiento es la base de los llamados ”Robin Hood” de hoy, quienes efectivamente le ponen las manos a todo lo que brille pero que no les pertenezca, para distribuir supuestamente entre necesitados, pero con cobro a la vista de intereses de usura.
A las buenas o a las malas, la ñinguita que llega de ese botín a los necesitados requiere sumisión absoluta de parte de los escogidos. Las tiranías secuestran como rehenes a grupos marginales para sujetarse en el poder, sin intentar la imposible igualdad en la distribución de ingresos, porque siempre se han de abarrotar los propios bolsillos de los mandantes, de primero, según sus invariables credos.
Adelante
La recuperación de la libertad, y el camino perdido de
los pueblos trabajadores se ve cuesta arriba, con las sucesivas prórrogas de
las dictaduras, arrebatadas mediante fraudes y represión. Los fondos
públicos se agotan en armas de guerra, pago de soplones, y grupos consentidos
de terroristas y de saboteadores contra movimientos civiles pacíficos que
protestan en las calles.
El ventajismo de las manos que se quedan con la gran tajada por derecho acostumbrado del reparto, solo desaparecerá con esfuerzo gigante de quienes prefieran el trabajo honrado, sobre favores de forajidos por fuera de la Ley.
Ampliaciones al pinchar enlaces de abajo.
Querido Hermano:
ResponderEliminarSalud !!!
En esta cruzada de atajos donde vivimos aparecen un sin fin de encrucijadas…
Unas en lo físico, en lo económico , en lo mental y en la más profunda, en lo social .
De lo que si estoy seguro, es que de esta vida nadie sale vivo …
Por lo pronto , dediquemos un poco de lo que podamos, a practicar las virtudes y a cavar calabozos a los vicios .
Ya es vieja la Justicia, buscando ordenar el caos, antes bien , el hombre debe saber conocerse así mismo .
Todo lo escrito concuerda, para aspirar algún día convivir en la rectitud de conciencia.
Os abrazo en familia ,
ResponderEliminarForajido es forajido en cualquier época y lugar.
Los pranes de los barrios creo son más generosos con sus vecinos que los jerarcas del régimen con el pueblo necesitado. Hay otros atajos que no llegan a ser enjuiciables pero que generan un patrón de conducta que puede llevar a los atajos de la gran corrupción. El colearse en una fila, pasar por el hombrillo, dar una propina para que alguien le facilite algo es un primer paso. Lamentablemente, desdee hace mucho, en Venezuela hay que bajarse de la mula para conseguir un documentoal que se tiene derecho o para conseguir un contrato.
ResponderEliminarAmigo poeta siempre habrá una ruta de escape a esos atajos de esquilmadores. Un abrazo Ucevista
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