SOGAS A LA MEDIDA


Abundan señales sobre el aparente fin de la era de la producción en serie,  la cual vino gracias a la revolución industrial y facilitó el consumo masivo de cuantos bienes y servicios podían imaginarse. Pareciera que conocer la dimensión del cuello individual para determinar la soga que mejor calza a cada quien es la gran amenaza colateral de ahora, con las distintas invasiones de inteligencia artificial a la que está siendo sometida la humanidad sin su consentimiento.



Atrás

Vestir a la medida fue un lujo muy costoso al principio, e incluso ponerse algo encima que no fuera una hoja de parra, un pedazo de piel de animal o un guayuco vegetal.


Por mucho tiempo, en el mejor de los casos para la mayoría solo salía llevar "chivas" (ropa usada) de los parientes ya crecidos, gordos o flacos de repente, o de herencias,  medio parapetadas por costureras emergentes del vecindario.




Ahora

A la calladita,  cualquiera resulta  víctima de suscripciones involuntarias e infinitas ofertas a la medida no solo de ropa  que cada quien puede adquirir en su talla completa, y recibir en la casa con devolución garantizada. También se  ofrecen los mejores prospectos de la política, los deportes, figuras masculinas, femeninas y neutras a disposición;  una lista interminable de oportunidades así como toda fantasía que se haya mencionado aun dormido.

La conspiración de los marchantes de la inteligencia artificial empieza cuando el individuo se vuelve usuario  de las tentaciones que van apareciendo en teléfonos de mano, tabletas electrónicas, o computadoras portátiles de escritorio.



Alante


La inteligencia artificial apenas asoma la punta; sus servidores están despiertos noche y dia, mientras aprenden a imitar, a repetir de manera virtual, y a perfeccionar con persistencia las ocurrencias del ser humano. 

El cerco de la inteligencia artificial progresa a alta velocidad,  trayendo a su vez  inconvenientes diferentes  al de  las  soluciones de antes. Casi hasta ayer, un  elevado número de errores cometidos  luego se transformaría en lección y rectificación,  quizás con ventaja sobre robots programados con respuestas automáticas e inmediatas. 










 

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