El ir hacia abajo o hacia arriba pareciera simple cuestión mental en vez de orientación y de impulso, sobre todo cuando se va a ciegas en lo oscuro, con falta de destino previo sobre la estación final del trayecto. Ese dilema de naturaleza física y emocional alcanzaría una imagen aproximada a la de seres vagando por el infinito, una vez liberados de la atracción de la fuerza terrestre de la gravedad. El fenómeno sin embargo resultaría enloquecedor, para dejar encandilado a cualquiera, en particular a quienes salieron de abajo, casi de la nada, "con una mano adelante y otra atrás", pero llenos de complejos, rabias y rencores, de repente tomaron un rumbo sin paradero, enceguecedor, en el que todo se ve borroso y muy diferente a lo de antes, a fuerza de fajos de billetes como anteojos. De terror parecido es el paso desde esa inmensa luz de gigantescos reflectores, a otra ruta de tormentas y huracanes, la cual desajusta enmarañadas redes de “GPS” de avanzada ...