MALAS NOTICIAS
Con el mejor juicio
posible, la amargura que queda en el cuerpo tras una mala noticia
comprobada debería guardarse en alcancía, para no tener que recrearla sin
motivo real, más nunca. Tal cual ocurre a gente de nublada conciencia (por lo menos) que no vive en paz, con
terror por supuestas invasiones o bloqueos a la dictadura usurpadora
en Venezuela, por ejemplo, aunque
allí ya les va bastante peor con hambre,
enfermedades, asaltos, apagones y cortes de agua. Tampoco queda nada de
provecho con el aparente placer del padecimiento en vísperas de
consecuencias improbables que se anticipan dolorosas, pero que solo tienen base en
chismes o comentarios malsanos del día a día.
Muy distinto es el caso de quienes sí merecen dicha zozobra por hallarse agrupados en bandas de protegidos de la tiranía castro-comunista-cubana, y así saben que hay castigos pendientes de las marramuncias consumadas. Son en primer lugar, los bolivarianos y enchufados en general repletos de billetes y delitos pagados con desvío a cuentas bancarias personales de fondos públicos robados.
De otro lado también se cuentan militares y civiles que se benefician de compras de bienes y servicios con sobreprecio, contratos de obras fantasmas, desfalcos directos, comisiones ilegales, ventas fraudulentas de activos de empresas del estado e institutos autónomos, apropiación de sus inventarios, todo a costa inescrupulosa del patrimonio del país que han empobrecido para sacarle las tripas sin remordimiento alguno.
Esa misma intranquilidad —por ahora de castigo temporal y apenas severo— igualmente recaería sobre mercenarios del sistema judicial, los uniformados de rojo o de verde que salen juntos a encarcelar, matar, o a torturar inocentes, por protestas contra la tiranía y reclamos de la restitución de derechos humanos y de libertades democráticas.
Ampliaciones al pinchar imágenes de abajo.
Muy distinto es el caso de quienes sí merecen dicha zozobra por hallarse agrupados en bandas de protegidos de la tiranía castro-comunista-cubana, y así saben que hay castigos pendientes de las marramuncias consumadas. Son en primer lugar, los bolivarianos y enchufados en general repletos de billetes y delitos pagados con desvío a cuentas bancarias personales de fondos públicos robados.
De otro lado también se cuentan militares y civiles que se benefician de compras de bienes y servicios con sobreprecio, contratos de obras fantasmas, desfalcos directos, comisiones ilegales, ventas fraudulentas de activos de empresas del estado e institutos autónomos, apropiación de sus inventarios, todo a costa inescrupulosa del patrimonio del país que han empobrecido para sacarle las tripas sin remordimiento alguno.
Esa misma intranquilidad —por ahora de castigo temporal y apenas severo— igualmente recaería sobre mercenarios del sistema judicial, los uniformados de rojo o de verde que salen juntos a encarcelar, matar, o a torturar inocentes, por protestas contra la tiranía y reclamos de la restitución de derechos humanos y de libertades democráticas.
En resumen, para las
mayorías las buenas noticias llegan a su tiempo, mientras las malas tocan antes
a la puerta, sin necesidad de remolcarlas o atraerlas. Para el que la debe y
también la teme, el fondo musical de su existencia le cuadra con el pesar de
vieja vitrola cantado por Daniel Santos con
título de El Preso, a mediados del siglo pasado, sonando de seguida.
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Esta entrada aparece publicada con la firma de Josué D. Fernández, en su columna ALCANCÍA, en "Acento News", periódico quincenal de Miami, Florida,
EE.UU, en la edición Nª 8, de la segunda
quincena de Marzo 2020.
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