¿CUÁNTO FALTA?



Por las imágenes conocidas de momentos concluyentes y grandes exigencias, se supone harto difícil conseguir el éxito cuando se sufre de escasez de aliento cerca de la meta. Lo supremo es que en la pelea por la delantera haya aliento de reserva para tomar el mayor impulso posible,  hasta sobrepasar con creces el requisito formal de la llegada, y continuar por un rato más como si aún quedara prueba pendiente por completar.


Desafortunadamente, tal lección pasa desapercibida para los que cargan encima etiquetas de perdedores en  momentos  cruciales, como la mayoría de  venezolanos que no han ganado una por más de 20  años. Así, la gente desconfía de aquellos hábitos favorables para aumentar probabilidades de triunfo, los cuales abundan en alcancías de ganadores.



Para quienes quedan rezagados, el declive comienza a la primera pregunta a ellos mismos sobre "cuánto falta" o "cuánto faltará" para alcanzar el final. El agotamiento les habría llegado antes de tiempo, y jamás calificarían para pruebas de interminables obstáculos y declarada resistencia, como son las impuestas en extremo por  desgracias de origen castro-comunista-cubano, que anulan libertades, derechos humanos, aplicando cárceles, torturas, y muertes para quienes les dan batalla en absoluta desventaja además, incluyendo a  simples trabajadores de la prensa en todas sus modalidades.

Cuánto falta podría resultar una pregunta impaciente e inoportuna cuando se repite con insistencia, y la cual solo se toleraría, sin remedio, a niños cansados por un largo viaje. Los grandes, al contrario, en las etapas decisivas aguantan y resisten porque para ellos no vale quedarse en el camino con una derrota asegurada, en vez de mantener la opción de triunfo abriéndose paso entre esos derrotados anticipadamente.




Al empezar la fiesta para celebrar la victoria de unos, también aparecerá la vergüenza de los otros que se quedaron sin invitación a ese evento, debido a la inferioridad demostrada con hechos.  Como es costumbre acudir a  la  vitrola para el cierre,  de 1971 llega el momento musical en que Aldemaro Romero quiere evitar con onda nueva  el mal rato de un "compay" cabeceando a su lado, perdiéndose el hermoso paisaje  de la antesala a Tucacas... A continuación…



Audio narrativo y musical en:
Ampliaciones al pinchar imágenes de abajo.










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