¡GANAS!

Es súper-sabido que los mejores, y peores, acontecimientos casi siempre ocurren en medio de un sobresalto de emoción, natural de niños, en el cual se afloja totalmente el freno racional, sin saber muy bien al final porqué surgió el aplauso frenético a lo hecho, o la visible censura a una tal vez inapropiada conducta. Coincidentemente, el destino de los pueblos suele pendular luego en la madurez entre ambos extremos, y explicaría su gloria o perdición posterior con pocos matices, según registros de extendida difusión. Es así que, en 2018, Venezuela padece las graves consecuencias de haber reventado la escala emocional hace dos décadas, al desoír variadas advertencias sobre el inmenso daño a la vuelta de la esquina, de concretarse el encumbramiento de un militar golpista, convicto agresor de las instituciones democráticas, y simpatizante de revueltas populistas y radicales patentes en la furia de su insistencia verbal de cortar cabezas por todos lados, tomadas como gracias y ocu...