"PAPEL LITERARIO" de "El Nacional", julio 9, 2016
Viva la luz
Josué Fernández
es autor de 'Evanescencia de la Imagen Corporativa',
en tándem con Carlos
Alarico Gómez, Publicaciones UCAB, 2016
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“La afanosa
búsqueda de la verdad auténtica se hacía responsabilidad de las masas, aunque
con frecuencia apoyada por ‘formadores de opinión’, los cuales tomaron asiento
en medio de las tramas”
JOSUÉ D.
FERNÁNDEZ A. 9 DE JULIO 2016 -
I
La contaminación
que va más allá de su derivado ambiental como amenaza al planeta, debido al
calentamiento global, se manifiesta al unísono en la hipertrofiada invasión
comunicativa, elevando colateralmente la temperatura de nuestros cerebros.
El fenómeno
transcurre casi desapercibido, enganchados como vamos a una extensión de la
mano, suerte de corvo a lo capitán Garfio, y la vista fija allí en continua y
evasiva danza de dedos, supeditados a un mundo distante. Así, la imaginación y
la realidad convencionales vendrían rindiéndose a sub-productos enlatados del
ciberespacio, los que a su vez condicionarían la visión y percepción particular, con escasa
resistencia posible.
La imaginación
que abarca a la imagen, arrastraría a esta última a la misma celda común. Va quedando atrás la
sentencia sobre imágenes que respondían a ideales y fantasías, catalogadas de
“aprensión falsa o juicio de algo que no hay en realidad, o no tiene
fundamento”, según lo prescribió el diccionario de la Lengua Española en las
acepciones al respecto.
II
Con la aparición
y desarrollo de los medios modernos de comunicación, sincronizados con el
advenimiento de la sociedad industrial y
urbana, al lado despegaría vuelo el oficio de asegurar espacios en ellos para
individuos, organizaciones, ideas, productos o servicios.
Los favorecidos
supremos ocuparon la cumbre social en menor tiempo, ayudados por encargados de
manejar sus apariciones de cobertura mediática. Por décadas, esos servidores
asumieron el rol de ilusionistas, capaces de vencer los muros de la
visibilidad, inaccesibles a la gente común.
Durante medio
siglo al menos, fueron ellos los “creadores de imagen”, dentro de un subyacente
y difícil concepto de maquillaje especializado. Pero denuncias de la prensa
insurgente y los periodistas de investigación, simultáneamente prorrumpieron
como amenazas orientadas a la evanescencia de esa imagen prefabricada. Los
escándalos que recibían ampliaciones a la par, acabarían con reputaciones
envueltas en papel periódico, ondas radiofónicas o estudios de televisión.
III
Conocer las dos
caras de una misma moneda serviría de freno, a la aceptación automática de los
comienzos, de los contenidos de mayor interés. La afanosa búsqueda de la verdad
auténtica se hacía responsabilidad de las masas, aunque con frecuencia apoyada
por “formadores de opinión”, los cuales tomaron asiento en medio de las tramas.
En sentido
extendido, el maquillaje comunicativo se convertía en complemento de la
función, pero no en la función misma. En ese momento se calzó la etiqueta de
“imagen corporativa”, para identificar un catálogo de herramientas, derivadas
de encuestas de campo, y trabajos académicos. La figura y el fondo aparecían
con nitidez sin precedentes, con la fuerza de la luz de la veracidad, sobre la
base de comunicaciones simétricas de ida y vuelta.
La práctica de la
comunicación corporativa tendría diversas interpretaciones sin embargo, e
incluso todavía se cree en recintos que propician descrédito para la
disciplina, como el salvoconducto para saltar omisiones éticas con impunidad.
Afortunadamente, al final se viene aceptando que las comunicaciones
sistemáticas de un ente ayudan para alcanzar armonía con los otros, pero jamás
como sustituto de la transparencia debida del cumplimiento del contrato social.
IV
El último período
conocido de evanescencia de la imagen sigue en efervescencia, a partir de la
firme tendencia generalizada de desnudar la verdad, virtual, hasta sus íntimos
confines, aliviando de paso esfuerzos a la imaginación. Distraídos y ocupados
los sentidos en descifrar los mensajes con sonidos, imágenes y acción
instantáneos, al alcance inmediato de los dedos, la tarea de no dejar nada a la
suposición pareciera fácilmente cumplida.
La comunicación
corporativa compendia alegatos pertinentes para reforzar situaciones preventivas
de mantenimiento en la memoria colectiva, preferiblemente, o para responder
puntualmente a crisis contingentes. Es antídoto al efecto de la convergencia de
propicias pesquisas de los receptores, en demandas progresivas de detalles; y
la oferta multimedia cortada a la medida en las redes sociales de hoy. La
verdad probable de un momento dado trepa tenazmente las fibras del éter
circundante inmediato, supliendo la superficie bruñida adecuada que la torna
resplandeciente.
Las tácticas y
estrategias de las mejores prácticas de la comunicación corporativa para evitar
la evanescencia, pivotan inequívocamente en los límites de la claridad
comprobable y explicita. La imagen nítida es perceptible únicamente si existe
la luz que la separa de la oscuridad, de las bocas de lobos, de las intensas
negruras. La imagen desaparece cuando extinguimos el brillo a su alrededor o
cuando cerramos los ojos.
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