IMPORTANTE RECORTE DE PRENSA
El NACIONAL, 21 DE JULIO 2016
No es fácil que
cuarenta obispos se pongan de acuerdo rápidamente para presentar la realidad
con toda su crudeza. Siempre parece más fácil y prudente expresarse en
principios cristianos generales. Pero cuando la situación es de extrema
gravedad y la sordera del poder aterradora, los obispos se sienten obligados a
enviar un comunicado tan veraz y desgarrado como es la dura Exhortación
episcopal de este mes de julio. Quiero publicar la mayor parte de ella en el
espacio disponible para mi artículo con la esperanza de que los lectores encuentren
en ella la dura verdad de la actual muerte venezolana y el camino hacia la
libertad y vida.
“La escasez y carestía de alimentos, medicinas e insumos hospitalarios
nos están llevando al borde de una crisis de seguridad alimentaria y sanitaria,
con consecuencias sociales impredecibles. En la vida pública crecen la
inseguridad, la impunidad y la represión militar” (…).
“El discurso belicista y agresivo de la dirigencia oficial hace cada día
más difícil la vida. La prédica constante de odio, la criminalización y castigo
a toda disidencia afectan a la familia y a las relaciones sociales. Frente a
esta situación, el acrecentamiento del poder militar es una amenaza a la
tranquilidad y a la paz” (…).
“El auge de la delincuencia y de la impunidad entorpece el ordinario
quehacer de la gente y provocan, en ciudades o poblaciones grandes o pequeñas,
verdaderos toques de queda”.
“Vivimos prácticamente al arbitrio de las autoridades y de los
funcionarios públicos, quienes tienden a convertirse en los censores de la
vida, del pensamiento y de la actuación de los ciudadanos. Tales actitudes y
procedimientos son inaceptables” (…).
“El diálogo sincero y constructivo, el ejercicio de la política en su
concepción más noble, como búsqueda del bien común, por más difíciles que
parezcan, han de seguir siendo los caminos que debemos transitar. No se puede
dialogar si no se reconoce en primer lugar la existencia y la igualdad del
otro. Ignorarlo o descalificarlo como interlocutor, cierra toda posibilidad de
superar el conflicto”.
“La crisis moral es mayor que la crisis económica y política, porque
afecta a toda la población en sus normas de comportamiento. La verdad cede su
puesto a la mentira, la transparencia a la corrupción, el diálogo a la
intolerancia y la convivencia a la anarquía. La corrupción se ha incrementado
en los organismos del Estado y la descomposición moral ha invadido a muchas
personas integrantes de instituciones privadas y públicas, civiles y militares,
así como a amplios componentes de la sociedad. Un exponente de esta degradación
moral es la reventa especulativa de productos, llamada popularmente
“bachaqueo”.
“Desconocer la autoridad legítima de la Asamblea Nacional deslegitima a
quienes así actúan, porque contradice la voluntad soberana expresada en el voto
popular. La división, autonomía y colaboración entre los Poderes es un
principio democrático irrenunciable” (…).
“La raíz de los problemas está en la implantación de un proyecto
político totalitario, empobrecedor, rentista y centralizador que el Gobierno se
empeña en mantener”.
“El Consejo Nacional Electoral tiene la obligación de cuidar el proceso
del referéndum revocatorio para que se realice este año. Es un camino
democrático, un derecho político contemplado en la Constitución. Impedirlo o
retrasarlo con múltiples trabas es una medida absurda, pues pone en peligro la
estabilidad política y social del país, con fatales consecuencias para
personas, instituciones y bienes”.
“Es de urgente prioridad que el Ejecutivo permita la entrada de
medicamentos al país, dada su gran escasez. Para su recepción y distribución,
la Iglesia ofrece los servicios e infraestructura de Cáritas, y de otras
instancias eclesiales abiertas a la cooperación de otras confesiones religiosas
e instituciones privadas. Este servicio no es la solución definitiva, pero sí
es una ayuda significativa”.
“Es una necesidad que se abra de manera permanente la frontera
colombo-venezolana” (…).
“Aumenta el número de ciudadanos venezolanos recluidos en las cárceles y
en distintos lugares de jurisdicción policial, injustamente privados de
libertad, muchos de ellos por razones políticas. La gran mayoría se encuentra
en condiciones inhumanas y carece del debido proceso. Estas personas, siendo
inocentes, deben salir en libertad plena o al menos, deben ser juzgadas en
libertad, tal como lo establece el Código Orgánico Procesal Penal”.
“Las angustias y esperanzas del pueblo venezolano son compartidas en
estos momentos por numerosas instancias nacionales e internacionales. El
gobierno no debe declararlas ajenas a nuestros derechos ni culpar a quienes
acuden a ellas legítimamente, denunciando injerencias y aduciendo soberanía e
independencia, ya que vivimos en un mundo interconectado y globalizado”(…).
“En el nombre de Jesús que nos manda ‘amarnos unos a otros’ (Jn.13, 34)
hacemos un llamado a las autoridades para que frenen el deterioro de la vida de
los venezolanos, cualquiera que sea su preferencia política, y para que se
detenga la actual espiral de violencia, odio y muerte. Movidos exclusivamente
por el bien y la paz de todos los venezolanos, reiteramos el ofrecimiento de
nuestros buenos oficios para facilitar el encuentro entre los contrarios y el
entendimiento en la búsqueda de soluciones efectivas”.
Los obispos, como los
médicos, no pueden ser neutrales entre la vida y la muerte y menos cometer el
error de confundir lo uno con lo otro. La liberación y vida de Venezuela
necesita reconocer la verdad del dolor generalizado que vivimos los
venezolanos.
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