I AM...BRE (*guachu")
En condiciones normales, la expresión "I am...bre" en "spanglish" supuestamente podría significar la travesura de un menor, o un mensaje mal escrito del famoso "guachu", pasando trabajo afuera con su mal inglés, queriendo decir "hay hambre". Pero, ni lo uno ni lo otro, es peor porque se refiere al triste caso que deriva de los comedores, o lugar apropiado para alimentarse la especie humana; de los comederos en los que se coloca sustento a los animales; y del "comeduro", la orilla a la que la civilización está confinando a virtuales "humanoides", en igual sentido despectivo al dado por los europeos en 1870, para referirse a pobladores de nuevos territorios en plena colonización.
La agencia alimentaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) certificó hace unos meses que el número de personas al borde de la hambruna en 43 países ha aumentado hasta 45 millones, mientras el hambre aguda se dispara en todo el mundo.
Atrás
Omitiendo la era vegetariana de la manzana y otros contornos, así como la de la
caza y la pesca nutritiva tras la invención del fuego, la alimentación se
resolvió en fogones de leña o carbón, luego en cocinas de querosén,
etc., con añadido principal sacado de conucos o huertos familiares
y de la cría casera de aves, mamíferos y demás especies comestibles.
Muchos de ellos han sido rescatados ya como los propios alimentos inocuos, en celebración adicional
internacional los 7 de junio.
A falta de azúcar, así como de harina refinada, fue la época de los músculos "pegados al espinazo", sin necesidad de gimnasios. Pero algo andaba mal según registros venezolanos, que trajo el decreto del día de la alimentación para el 18 de noviembre de 1949 debido al grave problema nutricional que vivía gran parte de la población. En octubre de 1979, la Conferencia de la FAO, se dispuso a celebrar el Día Mundial de la Alimentación. Desde entonces se convoca anualmente en más de 150 países, revelando los estragos de la pobreza y el hambre.
Ahora
Detrás del prolongado fraude del despótico "Gobierno Bolivariano" se
esconde firme y militarmente la falta de seriedad y burla a la
colectividad con gallineros verticales, engorde de conejos, y guisos de
las cajas "Clap", en intentos de reparación chucuta del abandono de
comedores populares, escolares, universitarios y del insuficiente vaso de
leche, acentuados en el siglo 21.
Esa desgracia se atenúa en áreas de mayor vulnerabilidad gracias al "WFP" de la ONU que da apoyo de comidas escolares en Falcón, extendiéndose a los estados Barinas, Trujillo y Yaracuy, aumentando gradualmente las raciones mensuales de alimentos que distribuye en 1.000 escuelas de educación preescolar y educación especial. El programa se dirige a los estudiantes menores de seis años de las zonas identificadas de grave inseguridad alimentaria. El objetivo a largo plazo es proporcionar comidas en 11 estados de Venezuela, alcanzando 1,5 millones de personas para el final del año escolar 2022-2023
Alante
En foro reciente organizado por
"La Gran Aldea", Susana Raffalli asesora global en
Seguridad Alimentaria de Emergencia indicó que 7,8 millones de venezolanos
-27% de la población- están subalimentados y que tras la pandemia por el
COVID-19 la desnutrición infantil escaló hasta 17%, al tiempo que 30% de los
niños que son atendidos en los programas nutricionales registran retardo en el
crecimiento.
Raffalli advirtió además que Venezuela presencia “la normalización de la
precariedad, se está normalizando el sufrimiento”.Venezuela padece “una de
las emergencias humanitarias de mayor intensidad en el mundo”,
De otro lado se denuncia que la desnutrición infantil en Venezuela es una
realidad palpable en palabras de la organización Cáritas, perteneciente a la
iglesia católica, la cual logró recolectar datos que lo comprueban. A
través de su boletín del Sistema Samán (Sistema de Alerta, Monitoreo y
Atención en Nutrición y Salud) informaron hace poco que al menos un 23% de los niños menores de 6 meses que fueron evaluados,
presentaron desnutrición aguda. Por su parte, entre la población de menores de
5 años evaluados, un 28,1% acusó retraso en el crecimiento.
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