CONSERJES DE POSTÍN

Al menos en Venezuela, es casi total la extinción de plazas para nuevos empleados  que se ocupen del cuidado, la custodia, limpieza y llaves de un edificio o establecimiento. En oposición a lo que dice el diccionario de la palabra conserje, el castro-comunismo cubano reinante abolió ese oficio en este país, al cambiar tal denominación a la de un genérico “empleado residencial”. Así, también les asignó a aquellos llamados conserjes de antes un horario de oficina, y quedaron eximidos de cumplir con sus obligaciones tradicionales fuera de esas horas, incluso con pago de sobretiempo, el cual solo procedería por aceptación voluntaria.  De esa forma, los conserjes del pasado delegaron, sin menoscabo de sus antiguas reivindicaciones,  el grueso de responsabilidades a sus empleadores, propietarios de oficinas o apartamentos, pero manteniendo las exigencias de alojamiento, muebles básicos de cocina, pago de servicios de agua, luz, teléfono y otras costosas dotaciones.


Con características parecidas de atraco a la luz del día, también la presidencia de la república bolivariana se agregó el beneficio de la golilla de los conserjes de postín, y ambos ya se han vuelto prácticamente inútiles, innecesarios, y una estafa a la que habría que poner fin. 

Vale prestar atención a otros serios maltratos de la revolución bolivariana, a través de la destrucción de  fuentes de trabajo para los pobres sin estudios, pero dotados ahora de leyes y aumentos salariales continuados que hacen prohibitivo el darles empleo;  limitados además por la falta  de oportunidades en empresas expropiadas;  o por la sustitución de mano de obra por extranjeros a los cuales se le entregan las riquezas nacionales por afiliaciones comunistas.  Un conjunto que se suma a  otras lamentables razones para añadir a la cadena de  “las cosas que me alejan de ti”, de Gian Franco Pagliaro, popularizado por Héctor Cabrera, en los famosos años de protesta de los ‘60 y ‘70.


La eliminación de las conserjerías en la mayoría de condominios privados ha resultado un hecho natural, y hasta fácil, pero al quedar desocupadas únicamente. Entonces se sustituyen por terceros que hacen esas tareas por contrato, a mucho menor costo total, y sin riesgos de denuncias y demandas laborales por maltrato en caso de supuestas violaciones de las prerrogativas otorgadas. Muy difícil eso sí, ha resultado la aplicación de la sustitución de rigor de quien se encuentra al frente de la “conserjería de postín mayor” en el palacio presidencial bolivariano, sin ocuparse de asuntos importantes para el pueblo, a pesar de   sacarle sueldos y viáticos sin control al presupuesto nacional, y solo goza de  prebendas y ningún deber u obligación que cumplir, y mucho menos por la que deba rendir cuenta.


 Al romperse el equilibrio entre los derechos de los patronos y  los de los trabajadores,  con un enmarañado judicial parcializado que se suponía  que protegería a los débiles, el efecto real es que cada vez son más  los que quedan en la calle, a penas con una pequeña ayuda del régimen, que les obliga a  registrarse con cédulas especiales, pagar con adhesiones a manifestaciones pro gobierno,  y demostrar su voto  incondicional en cualquier consulta electoral que pueda darle lustre de apertura a la tiranía.

Paralelamente con el desempleo en los distintos niveles de la clase trabajadora, provocado por la salida de dueños de empresas grandes y pequeñas asfixiadas por medidas ajenas a la elemental rentabilidad de los negocios; ese vacío también se siente en las escuelas universitarias en la especialización de derecho laboral, donde desaparecen las solicitudes de ingreso de estudiantes, porque ellos saben de antemano que ese saber tampoco es indispensable, ante la gran posibilidad de perder todos los juicios que le encomienden, dentro de la interminable guerra contra los emprendimientos privados, que harían grande la economía del país.









Desde luego que, al encontrarse en desuso el derecho laboral, igualmente se puede sospechar que el sentido de justicia desapareció de otros tribunales y de las cortes supremas que atenderían apelaciones a instancias superiores. La carta fundamental del país, o Constitución Nacional se usaría  para barrer  el piso, y simultáneamente se acabaría con el justo imperio del derecho constitucional.

Venezuela ya no tiene recursos válidos para terminar con los abusos en general, y muchos menos con los del “Conserje de Postín Mayor”,  recientemente envalentonado por despropósito de una ilegítima “asamblea nacional constituyente”, surgida de elecciones fraudulentas.  En la onda de la protesta musical al principio del suplemento de hoy, el broche de cierre le toca a “Aleluya”, en la versión del venezolano Alexis “Cherry”  Navarro, fallecido en plena juventud.


El artículo adosado forma parte de “Experiencias Mayores”, suplemento en el programa “Estamos en el Aire”, a las 4:30 de la tarde, cada sábado. Breve espacio editorial ligero, con música a propósito del asunto que trata, y  a veces con gotas de humor.  Por http://www.radiorumbos670am.com.ve/, en cuya discusión los interesados pueden tomar parte por los teléfonos +58 212 284.04.94 y 285.27.35, o mediante mensajes directos por Twitter, a Josué Fernández, @jodofeal, o en www.comunicadorcorporativo.blogspot.com











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