Disculpe el señor Serrat, por Josué D. Fernández (*)

Miles de colas diarias para disputarse lo que quede de alimentos, medicinas y demás productos esenciales. En Venezuela se puede comprobar hoy que para vivir “colgado de un barranco,” no hace falta “dormir en un pueblo blanco”. Tampoco “dejar la vida” en el Mediterráneo, “tratando de ponerla a salvo”. Desde hace cerca de un quinto de siglo, aquel país visitado por usted de joven en los años setenta y más acá ─aunque poco─, tal vez no lo sepa pero está poblado ahora por mujeres y hombres, niños y ancianos, que sortean como nunca antes su sobrevivencia en cerros y ranchos, o en los barrios de más abajo da igual, con penurias sin precedentes por escasos e impagables alimentos y ausencia de medicinas, o en las calles con el azote de una delincuencia sin freno. La suerte ha empeorado con la renombrada etiqueta de “Socialismo Siglo XXI”, la cual tal vez haya oído antes. El único olvido que pasa por estas “callejas” es el de los cabecillas del régimen. El resto ...