Pirámide Hueca, por Josué D. Fernández (*)

En el milenio que corre y antes, a ese sólido geométrico cuando se lo descubre hueco, probablemente es señal a destiempo de algún fraude del que hemos sido víctimas.  Por lo general, da nombre a nuestra tontería de creer en una  gran riqueza que resulta tangible únicamente para los que se hallan encaramados arriba, y a la que aspiramos imitar con solo invitar y engañar a dos inocentes que paguen la  misma contribución que ya transferimos a las cuentas de los primeros en la lista, y que se encargarán de empujarnos más cerca de la fortuna súbita.


“Castillos”, “El Telar”, “La Flor de la Abundancia” son alias de presentación social, con los cuales aparecen en  salones calculádamente escogidos para aproximarse a sus públicos, entusiasmados estos previamente para oír testimonios y promesas de triunfadores casi sin esfuerzo, venidos de la nada. De otro lado, la estrategia idéntica pero llevada a la escala de país, utiliza plazas y avenidas, estadios y demás auditorios gigantes, para vender brebajes de “socialismo” o  de “comunismo”, que coinciden en sinónimos acuñados por Fidel Castro en 2010. Ambos responden a “lo que el propio Marx definió como comunismo” (sic).

Si al nivel individual las pirámides huecas se llenan con suicidios, divorcios y diversas formas de ruinas; al tratarse de colectivos las consecuencias arrastran a poblaciones enteras a la desaparición por hambre, por falta de medicinas, o por violencia callejera, todas incontenibles oficialmente como medio de propiciar protecciones selectivas a cambio de afiliaciones y chantajes. Al agotar el botín, se vuelve a la pirámide hueca para someter  o someterse a quienes tengan fondos todavía, con lo que se prolonga la racha sugestionadora. La Cuba comunista embaucó primero a la URSS con su beneplácito, y después subsiste mientras termina de hundir a Venezuela.

“La Mesa Vacía del Niño Hambriento”, cuadro de 1933 del muralista colombiano Pedro Nel Gómez Agudelo, trascendental junto a las obras de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, pareciera a la larga una imagen futurista. Retrata la fatalidad que luego impondrían los propagandistas de la  distribución indiscriminada de riquezas, sin reparar en la matanza provocada a las gallinas de huevos de oro. Esta defunción quedaría registrada por asfixia de sus criadores y la paralización de la producción de pienso especial y vacunas. Por suerte fallida de la “pirámide hueca”,  el saldo real que se repetiría hasta hoy contaría con unos pocos repletos de dinero,  y el visible remanente humano arreglándose con limosnas y basureros, de ahora y por continuar.


Los encumbrados en pirámides no se detienen mucho en las penurias de los de abajo, porque la prioridad es mantener privilegios de los afortunados de los cogollos, mediante una especie de cleptomanía militante excluyente.  Al respecto, por testimonios de prensa se sabe de tres aeronaves  de Venezuela que trasladan desde hace 11 años al presidente y al canciller de Cuba, Raúl Castro y Bruno Rodríguez,  y que permanecen estacionadas en el aeropuerto en La Habana. Mencionan a unidades con las siglas YV2053, YV1128 y YV1129.


La cuestión no se acabaría con tenerle aversión a las pirámides por suponer desgracias detrás de cada tramo de cualquier  ascenso hacia la cúspide. La figura geométrica carece de medios para protestar lo que puedan hacer en su nombre. Una mejor perspectiva se podría intentar con los diversos amuletos piramidales para alejar infortunios. Con mayor concentración en el objetivo de hacerse rico, hay quienes ensayan el método del billete de un dólar debidamente doblado hasta lograr la figura que traerá la abundancia a nuestros días. Todavía superior sería intentar la unidad de propósitos para salir de abajo, dejando la suerte de lado.




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