“Verdades borrachas”

Las “Verdades borrachas” serían producto de abusos del alcohol -o de drogas peores-,  bastante frecuentes  en un mismo trance cuando la realidad atormenta al individuo, y estalla en su cuerpo.  En efecto, nadie se libra de los riesgos del consumo peligroso de alcohol, ni de borrachos fastidiosos que dirían lo que piensan; si bien por los altos precios del aguardiente en las licorerías venezolanas,  no incluiría a los pobres que se hallarían lejos del lujo de los pecados de la ebriedad, al tratar de evadirse de la falta de comida, medicinas; de que el dinero vale mucho menos de un día para otro, y de que tampoco alcanza para ahogar los despechos.

Cualquiera nota en la calle que la escasez de licores es rara en bares y restaurantes finos, o en estantes o vidrieras con llave para la exhibición de botellas importadas de escocés, champaña, vino, o de los nacionales rones y cervezas, igualmente en las nubes. Es de suponer que el gasto en bebidas alcohólicas, en estos tiempos de hambruna, es con dinero ganado con poco esfuerzo, resultaría barato con divisas “enguacaladas” a diez bolívares por dólar, o por contrabando en aduanas de “boli-puertos” y “boli-aeropuertos” de tránsito libre para  funcionarios revolucionarios de “medio pelo”.

Reconocer a gozones en la rasca bolivariana es fácil porque la borrachera es imposible de ocultar –tampoco el dinero–, a pesar del aguante que dicen tener algunos. Hay demasiadas señales que delatan a los borrachos, y borrachas: voz gangosa, arrastrada y atorada, repetidas impertinencias, hipos, náuseas, echarse encima el líquido, y el desplome final, por los meneos de los “Cuerpos Cobardes”,  según el autor de “La Pea”, escrita por el carupanero Cruz Joaquín Alfonzo Díaz, e imperecedera en la voz de Gualberto Ibarreto:


Entre paréntesis, aunque a veces dan risa, los excesos de alcohol no son asunto de guasa,  y de allí que la Organización Mundial de la Salud, advierte que el mismo “encierra riesgos o consecuencias dañinas” de orden físico, mental o social, cuando sobrepasa los límites recomendados por autoridades sanitarias o los establecidos por la ley. Entre los abusos extremos  constan la  gran amenaza de conductores de automóviles en estado de ebriedad, sumado al daño social como el de mayor preocupación general, debido a que los efectos del alcohol llevan a maltratos a mujeres, niños, adolescentes, adultos jóvenes y mayores, y hasta a pueblos enteros como víctimas de dictaduras en permanente estado de alucinaciones.

Parecido a resacas de fuertes y continuadas intoxicaciones etílicas, en Venezuela se repiten cada dos por tres las comedias de conspiraciones de la oposición, para reírse también a no ser porque a menudo anuncian lamentables aumentos de persecuciones, de presos políticos, y de torturas para arrancar confesiones, o para forzar delaciones de supuestos enemigos. En la semana que termina, se montó una nueva denuncia de plan terrorista de sabotaje de servicios públicos, previos a los comicios electorales de este 15 de octubre, al igual que antes de las elecciones municipales de 2013 y las parlamentarias de 2015. Para el momento de las denuncias viejas y las de ahora, los servicios oficiales de inteligencia no presentaron pruebas, quizás  pendientes de una lista completa para encarcelar a dirigentes opositores de  mayor arraigo popular.

El país ya viene cansado de cuentos malos de borrachos, con sus vértigos y migrañas prolongadas,  a partir de 2002 con los pistoleros de puente “LLaguno”, armados por la tiranía y pillados por la prensa disparando a una manifestación pacífica, para un total de 19 fallecidos, y 114 heridos. El Alto Mando Militar anunció luego la renuncia solicitada al Presidente, y siguió el enredo de novela de un supuesto contra golpe militar para llenar el vacío de poder, y otro contra-contra  para la restitución del renunciado.

De muy poca seriedad esa historia que parece sacada de una espectacular borrachera, justificada además con premio a los agresores de puente “Llaguno”, mientras los agentes que resguardaban a los manifestantes para evitar más muertes y heridos, terminaron en cambio sometidos a largas condenas, por el delito bien documentado, pero de los pistoleros hechos “héroes de la patria”. 
Desde entonces son comunes las sentencias de tribunales, fiscales, servicios de inteligencia, militares, autoridades policiales y carcelarias, a las órdenes del poder central, que dejan boquiabierto al público con sus veredictos, o falta de ello,  que perciben preparados “en ollas” por un descomunal súper-combo,  el cual imitaría el comportamiento de la “banda borracha”, según se escuchaba en ritmo de “Los Tropicales”:

Haciéndose los locos de los daños causados, como es frecuente en los borrachos que nunca se acordarían de su mala conducta, el vicio repetido es el de culpar a la oposición de cuanta cosas se les ocurra, asesinatos en sus filas como la de Danilo Anderson, o hace poco de Robert Serra, invasiones de paramilitares bautizados “paracachitos”,  y de las aun frescas protestas pacíficas, formando un conjunto que termina satanizado tarde y temprano, con calificación de terrorismo y conspiración. 


Bajo la tiranía de la falsedad son miles las familias venezolanas que sufren por la muerte en calabozos de su parientes, de las enfermedades agravadas y por las heridas causadas en prisión, de la privación de libertades y derechos políticos de líderes notables como Leopoldo López y Antonio Ledezma, exilios forzados como los de la Fiscal General Luisa Ortega, o de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia juramentados en la sede de la Organización de Estados Americanos(OEA), entre otros casos del abultado expediente bolivariano.

 En especie de gigante “Fiesta de Blas”, montada aquí para acosar a la población  que quedó fuera del sarao, el resumen es de “44 % de las autoridades municipales adversas al Ejecutivo que han sido destituidas de sus cargos, están en prisión, tienen orden de aprehensión, prohibición de salida del país, fueron despojados de sus funciones o inhabilitados”.

Desde afuera, Luis Almagro, secretario general de la OEA, informa la certificación de  la última lista de presos políticos en Venezuela, provista por el Foro Penal Venezolano. 487 personas siguen detenidas por razones políticas. 6. 983 individuos continúan n sometidos a procesos penales bajo condenas cautelares. 391 de los presos políticos han sido distribuidos en 16 estados diferentes siendo Zulia (103), Aragua (73) y Distrito Capital (41) los de mayor concentración. El catálogo lo completarían 96 presos políticos que se encuentran bajo arresto domiciliario.

El artículo adosado forma parte de “Experiencias Mayores”, suplemento en el programa “Estamos en el Aire”, a las 4:30 de la tarde, cada sábado. Breve espacio editorial ligero, con música a propósito del asunto que trata, y  a veces con gotas de humor.  Por http://www.radiorumbos670am.com.ve/, en cuya discusión los interesados pueden tomar parte por los teléfonos +58 212 284.04.94 y 285.27.35, o mediante mensajes directos por Twitter, a Josué Fernández, @jodofeal, o en www.comunicadorcorporativo.blogspot.com










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