DOMINGO 7: VENEZUELA EN “EL MUNDO FELIZ”

Por Josué Domingo Fernández Alvarado


Cuando las decisiones se sustentan en valores positivos, éstas despiertan admiración y respeto, y se producen resultados que dejan un gran número de  ganadores entre todas las personas sometidas a sus influencias. Cuando esas mismas decisiones son el resultado de algún cálculo sobre cómo concentrar sus beneficios en pocos, seguramente el favor iría a algún cogollo de una banda de  estafadores que, de esa manera, arrebatarían el derecho a la equidad que también tienen los demás, y más adelante hasta podrían parar en la cárcel como cualquier delincuente.

De tantos “arrebatones” sufridos hoy, muchos cacareados con atributos de un  pretendido valor en la restitución de derechos  del pueblo que éste no termina de recibir en favores tangibles y sustentables, se obliga a aclamaciones forzadas para ocultar que el valor en singular tendría polaridad en cuanto sería positivo o negativo, y jerarquía en cuanto sería superior o inferior. De allí tanto interés oficial en mantener la polarización venezolana para impedir el regreso masivo del sueño  de su especie de “mundo feliz” ("Brave new world") de Aldous Huxley, a la venezolana.

En "Brave new world" la humanidad es desenfadada, saludable y avanzada tecnológicamente. La guerra y la pobreza han sido erradicadas, y todos son permanentemente felices. Sin embargo, la ironía es que estas cosas se han alcanzado tras eliminar muchas otras: la familia, la diversidad cultural, el arte, la ciencia, la literatura, la religión y la filosofía. Por los resultados que aquí saltan a la vista, parece que por allí va el Proyecto  al que se fuerza al país, en contra de su voluntad ya manifestada en varias ocasiones.

El valor cívico, indudablemente positivo y superior, es de las mayores riquezas de una sociedad en cualquier lugar del mundo, y se le reconoce por la entereza de ánimo para cumplir los deberes de la ciudadanía, sin arredrarse por amenazas, peligros ni vejámenes. Se podría añadir que también origina una gran paz, sosiego y entendimiento entre los seres que comparten la cultura de los valores, de las que van quedando raras referencias en la Venezuela actual.

Los valores positivos vale recalcarlo , para unos se hacen palpables en las personas a través de cualidades como la dignidad, la lealtad, la excelencia, la responsabilidad, la transparencia, la integridad, la honestidad, el compromiso, el respeto, la empatía;  para otros, existen complementos en palabras como la calidad, la motivación, la unidad, la creatividad,  la equidad, la superación, la justicia, la tolerancia, la cortesía. 

Un ejemplo concreto del valor cívico fue registrado cuando se escucho decir al presidente de Brasil Dilma Rousseff, en uno de sus primeros actos oficiales: "Nosotros no somos un pueblo que odia, ni un pueblo que respeta el odio, por ello Brasil tiene una posición histórica que nos enorgullece". "Mi gobierno será un incansable defensor de la igualdad y de los derechos humanos en cualquier parte del mundo" – remarcó con motivo de los 66 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, y en honor a los supervivientes del Holacausto –.

Según lo recogió la prensa internacional, la mandataria demostró con su discurso un cambio de postura frente a lo que respecta a la política exterior de  su antecesor Luis Inácio Lula da Silva, quien en medio de cálculos que descubrirían la flexibilidad de sus valores había entablado fuertes lazos con el régimen de Ahmadinejad, que avala la pena de muerte y hasta niega el Holocausto. Esa posición de Lula también fue compartida por Venezuela.

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