DOMINGO 7: ¡EL PILOTO ERES TÚ!



Podría ser verdad que los asuntos de Venezuela los ha seguido atendiendo el  Presidente desde su  convalecencia en Cuba,  o por el contrario  que  los habría  dejado al azar de quienes corrieran los  riesgos de la desautorización pública, que son pocos por supuesto, pero tal vez los de mayor osadía. La confusión es destacada en algunos medios de comunicación no gubernamentales los cuales hacen evidente una sumatoria de pifias en el manejo de las últimas crisis, que los llevan a  preguntar de manera editorial ¿Dónde está el piloto? que ha dejado de hacerse sentir a cada instante tal su muy conocida y terca costumbre. Sin referirse al fondo de lo anterior, el pasado miércoles 29, el despacho de relaciones exteriores aclaró por otros motivos que “se encuentra en medio de un proceso de recuperación y tratamiento médico sumamente estricto”.
Es que el alejamiento más notorio del mandatario venezolano sólo se palpaba en las faltas de su maratónico dominical, y del encadenamiento de la radio y la televisión pública y privada con cualquier excusa de muy poca importancia además, con la excepción de su mensaje grabado luego en La Habana el jueves 30, hablando desde su llamada “Patria Grande”.  Ha sido la prensa que todavía se escapa al control del gobierno, la que cuenta los días de ausencia del primer mandatario,  casi dos meses ahora, desde que  se comentó un problema de rodilla, y luego de su reciente viaje a Cuba para una operación quirúrgica develada desde allá. No se volvió a escuchar el famoso estribillo de la información veraz y oportuna, desaparecida completamente en ese ámbito junto con los precisos partes oficiales a ese respecto. Apegados a la legalidad, se busca indagar sobre esa evidente  separación del poder sin designación formal de relevo alguno y sus implicaciones establecidas en la Constitución Nacional.
Mientras tanto,   la situación que ha presentado Venezuela en la actualidad tiene cosas en común con la ocurrencia cinematográfica de  “¿Dónde está el Piloto?”, un estreno de 1980 con ese título en español para América Latina. Aquella trama recogió el drama colectivo de los pasajeros de un avión comercial, cuando el piloto cayó enfermo en pleno vuelo debido a una intoxicación. Aquí se trataría  de algo todavía peor que ameritaría  rezar además por la salud del Presidente. La cinta fue catalogada como una parodia de las catástrofes que constituyeron argumentos de unos cuantos títulos de esos años.  Regresando a las coincidencias aludidas, en francés se anunció como “¿Hay algún piloto en el Avión? (Y a-t-il un pilote dans l'avion?), en España “Aterriza como puedas”, y en Brasil “Abróchense los cinturones, el piloto se ha ido” (Apertem os cintos, o piloto sumiu).
El desenlace no fue otro que el encerrado en la oración “El piloto eres tú”, desprendida como moraleja del esfuerzo conjunto de los pasajeros en medio de situaciones complicadas para salvar sus vidas y lograr tocar pista. Justo, el empeño unido que no se ve aún en la Venezuela de esta prolongación de la revolución cubano-comunista ahora también bolivariana, o  de la alternativa democrática secuestrada por unos pocos. Sin embargo, en la línea de haz lo que puedas por tus propios medios,   a los del primer bando se les está llamando a aterrizar con una diana que les suena que “En Socialismo las grandes obras las haces tú”. Pareciera  que el gobierno también recurre ahora  a “el piloto eres tú” al comenzar a sugerir el fin del paternalismo irresponsable y de la demagogia “caza-bobos”,  como  en otros países donde la bonanza se ha consumido en fiestas en nombre del amado pueblo, y en corrupción, y de las que ahora nadie quiere pagar consecuencias con el ahorro y los recortes inevitables, y el castigo a los malos gobiernos.
Sólo para cumplir con la meta de la Gran Misión Vivienda, en la que se engaña con la descomunal promesa de realizar dos millones de casas en siete años, se está diciendo que el gobierno necesitará de la contribución del sector privado nacional e internacional para acercarse a un mínimo real;  pero también se contrapone la amenaza de ser expropiados en el medio del camino, sin reconocimiento de la inversión y mucho menos con el pago oportuno de indemnizaciones. Se recuerda que, en efecto, en Socialismo las grandes obras las haces tú, y el gobierno luego te las expropiará.             De hecho, las casas, las parcelas de terrenos, las cooperativas, nunca se entregarían con títulos de propiedad y  por lo cual ya nacerían igualmente expropiadas, aunque se llegara a invertir en ellas algún capital particular en dinero o trabajo.

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