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Mostrando entradas de octubre, 2018

% DE INTERÉS

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Hay gente que casi siempre cree en la bondad de los demás, porque piensa que el   tanto por ciento (%) de interés a menudo es un pillaje permitido y reservado a bancos, prestamistas e instituciones financieras en general, públicas o privadas, a las que nadie se resistiría. No obstante, en ambiente  desbocado  de super-inflación y devaluación como el venezolano, la regla parece ser que ese tanto por ciento de interés sin ningún aspaviento sobrepasaría a la “usura”, definida como ganancia, fruto, utilidad o aumento que se saca de algo, especialmente excesivo. La confusión es de tal naturaleza que hasta los excesos se toman por caricias a la población más pobre, la cual se visibiliza en cualquier calle independientemente de su edad, exhibiendo sus  penurias  ante todos.  Cambista y su mujer (1539) de Marinus Claeszon van Reymerswaele Roemerswaele.   El tema de los tantos por cientos no se agota en  esa esfera monetaria, ni el de los intereses tampoco, y se ref

"Talía"

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Resultaría muy cuesta arriba, a veces de hasta 100 años, el regresar a la realidad después de un hechizo ocasionado con pinchazo del dedo, mediante un huso, según relato del 1634; o por maleficios de ocultismos quizás menos antiguos con perforaciones de alfileres a muñecos; o por sugestiones, encantos y rezos de santeros, de paleros, o de otros rituales esotéricos, atribuidos estos últimos a supuestas causas del dominio castro-comunista en Cuba por seis décadas, y en Venezuela que ya va por dos.   Por ahí ronda la vieja sospecha, según la cual la magia negra contra venezolanos fue sembrada con invocación a las llamadas “tres potencias”, impresas en el papel moneda aprovechando las tramas de los en- conos monetarios de bolívares “fuertes” y “soberanos”. Por una y otra causa, el panorama es de cuentos casi interminables, y habrá que volver a Talía para explicar que su nombre corresponde aquí al del personaje principal de la narración de   “La bella durmiente del bosque” tal

POLICÍAS Y LADRONES

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El ajustarse en lo posible a ejemplos o modelos de policías y ladrones, en particular después de una función de cine en horarios de antes sin censuras y tolerados para menores, fue una diversión a alcance de niños y niñas grandes, para aliviar aquel aburrimiento que iba desprovisto de la emoción en pantallas gigantes o de aparatos electrónicos inteligentes, los cuales ahora desafían la imaginación de los impúberes.  La mayoría prefería el papel de policía, porque de los ladrones se sabía que terminarían presos en calabozos. Actualmente, el problema es que los patrones de policías y ladrones han cambiado de manera radical, en medio de gran desconfianza social, que muchas veces impide diferenciar el lado del bien o del mal en el que se encontrarían los unos y los otros. Para colmo, la modelación de tales conductas también se propaga de forma espontánea e inesperada. En estos momentos, por una parte, la credibilidad interna y externa de la policía venezolana −que arrastra al