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Mostrando entradas de julio, 2018

COSAS INÚTILES

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Son habituales como ojales de solapas,  se saben  inútiles de antemano, y ni si quiera se perforan para calzar botón alguno; una rutina posiblemente equivalente a las muestras de culpas entre enquistados en el régimen de Venezuela, intentando separaciones sospechosas de última hora, después de compartir irresponsabilidades por dieciocho años de desmadres comunistas bajo batuta cubana,  alineación de  boinas y cachuchas de uniformados, con la sumisión indispensable de cómplices civiles. En efecto, en estos días está creciendo el muestrario de botones fuera de lugar, tan inservibles como los ojales sin abrir, en las que se anotan extrañas declaraciones de Freddy Bernal, de Francisco Arias Cárdenas, y una rara disposición solidaria en el canal propagandístico de “Telesur”, todas de reconocimiento a carencias agravadas entre la población más pobre. A la fecha, ya debidamente aclarado  que no se trata de arrepentimientos y mucho menos de rectificaciones en el camino equivocado que

¿LATINOS FLEMÁTICOS?

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Muy atrás quedó la hora de hombres, y de muchas mujeres, latinoamericanos por excelencia, que sirvieron de patrón para identificar la vorágine a principios del siglo XX, entendida como la “pasión desenfrenada” según la cartilla regidora de la lengua española. Claramente, todo lo opuesto al ser flemático e imperturbable. La actriz mexicana María Félix encarnaría a una de esas indomables mujeres, hace 75 años, en la película Doña Bárbara.   Testimonios clave de la vorágine también perdurarían en las obras del colombiano José Eustasio Rivera (1889-1928), “La Vorágine” de 1924; Doña Bárbara (1929), del venezolano Rómulo Gallegos (1884-1969), y Don Segundo Sombra (1929), del argentino Ricardo Güiraldes (1886-1927).   De la que sería temeraria y típica estirpe, de los últimos sobrevivientes de ficción se nombrarían a Justo Brito y Juan Tabares, “dos hombres de pelo en pecho como no pare otra madre”, quienes merecerían el repudio de Hugo Chávez acusados de “drogados,   borrachos, de machis

CHAMPÁN ORO

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Una señal del final que se acerca para cualquier cosa, es la comprobación de la ruptura gradual de la secuencia que traían, con aceleración acentuada, descubriendo a su vez el tesoro que se mantuvo oculto en principio.  A veces trágico, pruebas del aparente desenlace de  la calamidad que padece Venezuela encerraría la explotación a muerte, epidemias, violencia y represión militar en el llamado “Arco Minero del Orinoco”, en pos de riquezas al sur del estado Bolívar, tras décadas de tira y encoge con mineras canadienses, rusas y chinas, y añadidos de apetitosos yacimientos de coltán en esas trochas de exterminios. Lo demuestran igualmente los viajes sin regreso conocido de los lingotes de oro de las reservas del Banco Central,  y la fiebre generalizada de compra-venta de morocotas y prendas atesoradas debajo de colchones, e imposibles de exhibir ahora en las calles, por riesgos de perder la vida en asaltos armados a la vuelta de la esquina. Los m

CARIBES

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Son tantas las alusiones a ciertas características supuestamente predominantes de la fisonomía o de la personalidad de grupos humanos,   o de una porción representativa de sus integrantes, que esas repeticiones mediante tradiciones orales, escritas, o por cualquier otro medio, terminan por convertirse en fama, en etiquetas que muchas veces llevan a horrorosas justificaciones, en la práctica. Es el caso de los descendientes o repobladores de los territorios de los ocupantes originales de parte de lo que se conoce ahora como las Antillas, y que llegó a extenderse por el norte de América del Sur, con la presencia protagónica de los indios Caribes, según se les bautizó oficialmente después de la llegada de Cristóbal Colón al “ nuevo mundo”. Las historias de terror de agresivos y guerreros Caribes, comenzarían en carta del 24 de marzo de 1493 de Colón para su amigo Luis de Santángel, y siguieron por la propagación de acusaciones de caníbales, que para algunos historiadores fu