BORRONES


Con solo pulsar "renombrar" existen aplicaciones de computadoras que convierten en tarea sencilla la acción de cambiar, una imagen o texto completo almacenado, por algo equivalente, aunque sea distinto del original, y sin dejar grandes huellas que delaten tales borrones. La permisividad de hoy se ha extendido peligrosamente a cualquier área, por desestimaciones de sus graves daños, ocasionando la destrucción de preciadas memorias originales, para enmascarar errores o alterar historias auténticas. Al voltearse al ayer, las adulteraciones salían de  borrones con gomas o “tipex” en el campo comercial, con riesgos de cárcel; pero en política ociosa, al contrario, merecerían reconocimientos al ingenio como el episodio del "caballo indómito” dizque repotenciado, una gran “marramucia” en el escudo de República Bolivariana (“RB”) en Sudamérica, alrededor de una década atrás.

Con anterioridad, en 1999, otros borrones de categoría similar, con la sorpresiva muerte de sus promotores tiempo después, se consumaron en la alteración del nombre tradicional de la nación, y a principios de 2006 en el añadido de una estrella a la franja azul de la bandera. A falta de justificaciones gloriosas para ese proceder de la tiranía creciente, se dijo que “el cambio de nombre era esencial para la revolución”, según el funcionario Eliécer Otaiza, hallado muerto en 2014 con cuatro impactos de balas.  Luis Tascón, fallecido en 2010, fue un personaje oficialista en esta trama, reconocido por cosas peores,  al igual que como impulsador de la modificación de los símbolos patrios al sostener que "la revolución debe acompañarse de una nueva  iconografía". Para 2006, entonces, la Asamblea Nacional venezolana aprobaría el agregado de una estrella a la bandera, y virar a la izquierda la mirada del caballo del escudo, por petición del presidente Hugo Chávez, fallecido no se sabe aun si a finales de 2012 o principios de 2013.


Las fatales coincidencias mencionadas que no detuvieron los borrones para nada, han echado las bases para que se sigan acumulando en dieciocho años de “revolución bolivariana”,  porque siempre hay público dispuesto a celebrar al régimen. La mayoría recibe muy poco para satisfacer sus necesidades de alimento, medicinas y servicios básicos de vivienda, luz y agua, y sin embargo se alegra la vida con tantos borrones. Precisamente, en sentido opuesto al reclamo desconsolado de Guillermo Castillo Bustamante, mientras componía la canción “Escríbeme”, cantada de seguida por la gloria del bolero, Lucho Gatica, próximo a cumplir 90 años, en 2018;  en versión posterior a la de su primer interprete el tenor Alfredo Sadel, y de la que habrá ampliaciones al finalizar el tema.



Escríbeme” ─ya se mencionó─, es obra del músico, compositor y pianista venezolano Guillermo Castillo Bustamante, realizada mientras estuvo detenido en la cárcel de la isla de Guasina, en el Delta Amacuro,  por persecución de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, a mediados del siglo anterior.
Desde allí el recluso dedicó la canción a su hija Inés de quien  había dejado de tener noticias, utilizando como mensajero al tenor Alfredo Sadel, de popularidad creciente en todo el país, comprometido con la clandestinidad, capaz de lograr gran difusión de su ruego, y de despertar el eco de famosos como Lucho Gatica, Juan Arvizu, Roberto Yanes, Javier Solís, Luis Miguel…

Un nuevo cargamento de borrones, la vía preferida de imponer verdades exclusivas para el régimen bolivariano, se viene desarrollando en la semana que está por terminar, con el asunto de la ligera disminución de los centenares de presos políticos del doloroso capítulo dictatorial siglo XXI, con liberaciones engordadas en su número con delincuentes de las mismas filas oficiales, y excarcelaciones que no pasan de injustas libertades condicionales, sumadas a la puesta en práctica de la llamada “puerta giratoria” por la que salen algunos, y se buscan adicionales reos en la oposición para llenar los vacíos que irían quedando en las celdas.



Con un pretendido borrón a la inteligencia colectiva, al menos ya no se utiliza el término genérico de “privados de libertad” para esconder la existencia de encarcelados por razones estrictamente políticas, con lo cual se calculaba el engaño a la comunidad internacional, cada vez con mayor actividad en el terreno de sanciones a los infractores de derechos humanos de la “Revolución Bolivariana”. Al parecer, ni en el otro mundo hallarán una nube de la memoria que les facilite el borrón del olvido, como se le escucha a Ricardo Montaner, acompañado a la guitarra por Juanes, en “Échame a mi la culpa”.
  


Audio completo del suplemento "Experiencias Mayores", en la voz del autor, Josué D. Fernández en: https://youtu.be/L9b5iWjPHNw



El artículo adosado forma parte de “Experiencias Mayores”, encartado del programa “Estamos en el Aire”, a las 4:30 de la tarde, cada sábado. Breve espacio editorial ligero, canal de catarsis del desconcierto de su autor, con música a propósito del asunto que trata, entrevista y  gotas de humor.  Por http://www.radiorumbos670am.com.ve/, en cuya discusión los interesados pueden tomar parte por los teléfonos +58 212 284.04.94 y 285.27.35, o mediante mensajes directos por Twitter, a Josué Fernández, @jodofeal, por canal personal de YouTube, o aquí en  www.comunicadorcorporativo.blogspot.com










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