"PROGRESIVIDAD INVERTIDA..."

Algunos quizás perciban,  de primera, que “Progresividad Invertida” sería una manera pretenciosa o rebuscada, de lo que comúnmente se llama retroceso, para referirse a la palanca “R” del cambio de velocidades de máquinas rodantes, o a la marcha temporal hacia atrás de movimientos que se suponían debían continuar hacia adelante.  Así se entendería en la física elemental, pero la “Progresividad Invertida” representa una gran calamidad cuando la expresión surge en medio de la degradación, del ultraje, de la incautación, de la burla  a los derechos esenciales del ser humano a la vida, la alimentación, la salud, la educación, la información, el trabajo;  a la libre escogencia de credos, de ideologías, de afiliaciones en general,  como efecto de medidas represivas contra individuos y pueblos oprimidos por dictaduras, en cualquier parte.


La situación del presente en Venezuela es de las peores para hacer valer reclamos de derechos ciudadanos, porque los tribunales y demás instituciones favorecen exclusivamente  el enfoque de civiles y militares al frente del  régimen. Como nunca se ha visto en constituciones contemporáneas, de estados originalmente democráticos como fue el venezolano, ciertamente el aparato oficial se ha puesto aquí en reversa, tal cual iba la “guagua” de Juan Luis Guerra.



La progresividad invertida más que un retroceso temporal es un delito agravado gradualmente, perseguido en la mayor parte del mundo por organismos internacionales cuando la resistencia interna resulta insuficiente, y causa rebelión y protestas en donde concurren las fuerzas del mal para esclavizar a la población. La vigilancia permanente de los que quieren aprovecharse de las libertades comunes  para meter contrabandos que terminan por asfixiar a quien se oponga, y el continuo sacrificio para arrancarlos de raíz como mala hierba, es el arma  de uso frecuente contra ese tipo de tiranía insaciables de poder y corrupción.


Desde luego que es preferible prevenir que lamentar, y la materia de los derechos humanos tiene que salir de los libros y de las bibliotecas hasta formar una coraza que mantenga en alerta a los ciudadanos ante el más mínimo asomo de progresividad invertida mediante trucos, promesas o la fuera bruta, que buscan en realidad empujar al foso las conquistas de libertad ya alcanzadas.

El asunto de adelantarse a las amenazas de asalto a los derechos humanos, para beneficio de bandas malhechoras, es  realidad palpable  y digna de aplausos en distintas naciones, entre las cuales, sin ir lejos de los vecinos latinoamericanos, existe un sólido ejemplo en la ciudad de México.

Una lección a este respecto, comienza por explicar que, de acuerdo con lo señalado por el diccionario de la Real Academia Española, progresivo, significa “que avanza o aumenta gradualmente”. Cuando hablamos de progresividad de los derechos humanos, nos referimos a que una vez que el ciudadano los ha adquirido, no se pueden disminuir y no puede haber un retroceso en el contenido de los mismos. La sentencia anterior es de Armando Hernández Cruz,  Magistrado presidente del Tribunal Electoral del Distrito Federal. Licenciado, Maestro y Doctorado en Derecho, con una especialidad en Derecho Constitucional por la Universidad de Salamanca, España.

A pesar de los nubarrones que activan tormentas en Venezuela, desde hace dos décadas, cada vez se observa un empeño transversal de las distintas clases sociales para la reconquista de las libertades, bastante maltratadas por ahora.   Muchos cuentan con el impulso de la razón, y el vigor imperecedero del alegre combustible caribeño y la esperanza, según dejan constancia tres jóvenes venezolanos, Sixto Rein, Chino y Nacho, en “Vive la Vida”.





El ejemplo de México, casi una bandera para echar nuevas bases para la reconstrucción de Venezuela, se extendería a la definición que dan las comisiones dictaminadoras del Senado de la República, al establecer que el principio de progresividad significa: “El principio que establece la obligación del Estado de procurar todos los medios posibles para su satisfacción en cada momento histórico y la prohibición de cualquier retroceso o involución de esta tarea.

Para la Suprema Corte de Justicia de la Nación Mexicana, cuyo equivalente en Venezuela es sirviente de la tiranía, existiría una preciosa norma que establece que   “el principio de progresividad constituye el compromiso de los Estados para adoptar providencias, tanto a nivel interno como mediante la cooperación internacional para lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos que se derivan de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura…” Cuando hay respeto, el gran ausente en países en trances hacia dictaduras de corte comunista, el papel de la constitución nacional podría ser freno suficiente de injusticias. 

El artículo adosado forma parte de “Experiencias Mayores”, suplemento en el programa “Estamos en el Aire”, a las 4:30 de la tarde, cada sábado. Breve espacio editorial, light, ligero, con música a propósito del asunto que trata, y  a veces con gotas de humor.  Por http://www.radiorumbos670am.com.ve/, en cuya discusión los interesados pueden tomar parte por los teléfonos +58 212 284.04.94 y 285.27.35, o mediante mensajes directos por Twitter, a Josué Fernández, @jodofeal, o en www.comunicadorcorporativo.blogspot.com










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