POLO SIN MAGNETISMO, por Josué D. Fernández (*)
Desde que se puede
tener a la vista una aguja imantada que indica cuál es el Norte, son
menos los que se extravían en inmensidades sin señalizaciones como a mar
abierto o ante inesperadas turbulencias. Las excepciones a esa regla con base en el poder de una
brújula, se dan entre gente más terca que aquella aguja magnética que no
atiende a sacudones de ningún tipo e invariablemente siempre vuelve a señalar
el Norte.
Entendido el Norte como el único rumbo
confiable en situaciones de gran desconcierto, sin embargo no siempre es la
opción de obstinados que prefieren perderse antes de aceptar la ayuda natural
que sabrían llevar a mano con poco esfuerzo. Otra explicación de tal
traspiés se hallaría probablemente en
que el magnetismo indispensable para obtener el efecto esperado estaba amañado,
envenenado, no era más que pura bulla, pura pérdida.
Así ocurrió por 1998 en
el entonces pujante país llamado Venezuela, el cual sobrevivía con todas sus
instituciones funcionando aunque fuera a media máquina, y sus records todavía frescos
de destitución constitucional por juicio político de un presidente democrático,
y años después del encumbramiento electoral de un militar golpista. Obviamente
que ya era perceptible que la mayoría se estaba guiando con una brújula
inservible.
El asunto de la
desorientación iría empeorando, a partir de la tolerancia ofrecida
a cierto "polo patriótico" que apelaba al latiguillo de "de lado
y lado", para justificar sucesivos abusos. Con el mayor descaro
ventajista, el sistema de gobierno claramente se inició con inclinación hacia
el control totalitario, y con la experticia de cómplices traídos a media noche
del enclave castro-comunista-cubano.
Aun en tales
circunstancias preliminares, recrudecidas con alteraciones judiciales a fuerza
de coacción y corrupción de los demás poderes públicos, nunca faltaron otros colaboracionistas
de una supuesta oposición empeñada en desalentar cualquier protesta de calle.
La mejor fórmula sería la de esperar de brazos cruzados las ocasiones para
votar, con fe inútil en el milagro del reconocimiento de derrotas oficialistas,
que para estos solo significaban un pequeño reto a su imaginación sobre cómo
burlarlas a corto plazo.
Finalmente el tiempo
del "de lado y lado" parece hallarse en cuenta regresiva,
acelerada con represión sin precedentes
y violencia contra el pueblo que ha salido a reclamar sus derechos en plazas y
avenidas, derribando los muros de contención que le detenían en sus distintas
iniciativas de luchas. Nadie aguarda ni solicita ahora restauraciones
imposibles de proyectos agotados. La brújula se empeña en marcar el Norte hacia
horizontes donde prive el magnetismo auténtico, resistente a populismos y demagogia.
¡Que así sea!
Comentarios
Publicar un comentario