JUEGOS DE NIÑOS-ADULTOS, por Josué D. Fernández (*)
En
muchos adultos prevalece un recoveco
cerebral en el que queda anclada la complacencia de pasar el tiempo jugando a lo niño, y de la que no se zafan pasadas la
adolescencia, la madurez ni la vejez.
Durante casi toda sus vidas, los
desafíos que lograrían percibir solo tendrían
significado para ellos a través de asociaciones con juegos
analógicos o digitales, normales ambos en sus dominios particulares.
La
experiencia les enseñó que los juguetes unipersonales de antes aguardaban con
fidelidad que sus dueños les requirieran en acción para entrar de nuevo en
movimiento, con baja demanda de exigencias: trompos, yo-yos, cuerdas, entraban
en esa colección. Por su lado los electrónicos de ahora, si llegaran a colgarse
en modo estático, sería cosa de un “reseteo” para restaurar la diversión. La
imagen del entretenimiento del gato con
el ratón resumiría la base de sus actitudes más frecuentes, en cualquier caso.
Los
días de esos seres transcurren lejos de preocupaciones, comprobado hasta el
cansancio en su mundo exclusivo que las complicaciones se las busca la gente
por simple terquedad. En la memoria tienen grabadas igualmente las ocasiones
que interactuaron con otros semejantes −para continuar la recreación−, en
rutinas con salidas de escape o paradas a la mano para recuperarse del
cansancio, por carreras de “atrápame si puedes”, para “librar” si se trataba
por ejemplo de “la eres” o “el escondido”,
y similares. Riesgo cero.
Sin
embargo, los juegos de niños-adultos consiguen escalar a niveles insólitos por
agotamiento de la novedad, que lleva al aburrimiento. De extrema peligrosidad
al atravesar el rango de psicópatas. Los misiles de Kim Jong-un en Corea
del Norte son ejemplos de amenazas en esa dirección. En linderos cercanos a estas vecindades, los
incrédulos del potencial de degeneración al que sucumben y arrastran los descarríos, en forma consensual o no, tienen
una muestra “light” para revolverse en
pantalla gigante en la película preliminar
“50 Sombras de Gray”. La segunda parte se acaba de estrenar con el
título de “50 Sombras más Oscuras”, y se anuncia para febrero de 2018 la
entrega adicional “50 Sombras Liberadas” para conformar la trilogía de
supuestas emociones fuertes contenidas en la novela erótica de la británica
E.L. James.
El
asunto se complica cuando hay que superar aquellas fantasías sin mayores
consecuencias en la intimidad de cada quien, atendiendo a compromisos públicos de la educación formal, la necesidad de buscar
pareja para intentar la extensión de lazos familiares propios, el ejemplo a los
hijos, la inducción a menores, la incorporación
al mundo laboral y, lo que resultaría altamente grave y peligroso, el conflicto
de acceder a posiciones de liderazgo en instituciones
de impacto social, a pesar de la falta de habilidades y calificaciones
adecuadas.
Por
lo general, esos individuos quedan al descubierto en pruebas y evaluaciones de
comportamiento estimado que se aplican por protección contra males
insospechados. Pero, tal se dice en el
juego de dominó, los causantes de grandes daños colectivos “pasan agachados”
con absoluta libertad para dominar a pueblos ignorantes de las consecuencias de
un voto fanático en sistemas democráticos; o para imponerse a los demás en
regímenes de fuerza. Como se padece en la Venezuela de hoy, a sus víctimas se
les bloquean militarmente los escapes y áreas de desahogo, y si alguna se
hallara en proceso de fragua, entonces se arremeterá con cambios de reglas como
recurso de niño malcriado que no quiere perder
una, mientras no aparezca el o la cascabel
que le ataje, según le espera a un gato impertinente.
Los juegos infantiles educativos son muy buenos incluso para las personas adultas, les permite desconectar de los días más rutinarios, un saludo Josué
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