DOMINGO 7: Coartados Indignados



Tarde o temprano habrá que hablar formalmente de la categoría de “coartados”, en justicia a la gente corriente que sufre menoscabo de sus legítimos derechos,  de parte de fanáticos infiltrados en los llamados movimientos de “indignados”. Para quienes no la deben, resulta insuficiente excusa la coartada emblemática de “el capitalismo privatiza las ganancias y socializa las pérdidas", para tragarse, sin atorarse, los  procesos anárquicos que vayan en detrimento de libertades ciudadanas, de aprecio mayoritario por el resto de la población.

La buena causa original de los “indignados” estaría en su eco global ante sucesos en Túnez en 2011, cuando Mohamed Bouazizi, de 26 años, se inmoló frente al ayuntamiento de su pueblo, por el decomiso del único sustento de la familia entera, un puesto ambulante de verduras. Tenía diploma universitario en Informática, pero estaba en paro, como el 14% de la población tunecina y la mitad de los jóvenes de los países árabes, según Naciones Unidas y la Liga Árabe. El informático en paro se convertiría en un símbolo entre los jóvenes y comerciantes tunecinos, que comenzaron las manifestaciones para reclamar trabajo, justicia y libertad.

Hasta allí una historia impecable sobre  denuncia de abusos de una dictadura, la cual fue empujada al vacío con la caída del sátrapa Zine El Abidine Ben Alí. Sin embargo, aquella lucha ejemplar contra la opresión, convertida en bandera de muchos grupos alrededor del mundo de hoy, a la larga también degenera en fechoría afín a la que dicen combatir, como es el antiguo caso de la tiranía castro-comunista cubana, o más recientemente en el régimen de República Bolivariana (“RB”), o en las severas restricciones en Ecuador, Bolivia y Nicaragua, especialmente de la prensa encadenada para tapar excesos.

Josué D. Fernández


Todavía están por delimitarse las áreas de “indignados” sin filiación política convencional, y la de quienes se  aprovechan de aquella inercia y mayor simpatía colectiva, para penetrar cimientos y esconder proyectos de yugo social. Son bien conocidos los zarpazos detrás de obsoletas etiquetas de socialistas, comunistas, izquierdistas, y afines, comprobadamente ricos individualmente más tarde, a fuerza de expropiaciones y arrebatones de cuanto pudieron saquear. La altanería y la rebeldía, bastante ridículas cuando se pasa de los quince, es el mayor apelativo para imberbes fáciles de embaucar.

De oscuros propósitos son igualmente las afinidades y cobros expresos de los que abultan bolsillos de voceros alternos de “indignados”, al asociarse a regímenes autoritarios en cualquier parte. En España se acusa al partido Podemos de aprovecharse de los “revolucionarios” venezolanos con un paquete de 7 millones de dólares. De otro lado se menciona la relación de Pablo Iglesias con la empresa 360º Global Media, que posee el canal de televisión, Hispan TV,  propiedad del Gobierno de Irán. Este emite los dos programas de televisión que presenta el líder de Podemos, "La Tuerka" y "Fort Apache".


Pareciera que un repotenciado desquite por la colonización española de tierras en América está a la vuelta, mediante el advenimiento del subdesarrollo político en las propias entrañas europeas. En Venezuela existe un precedente de “intelectuales” firmantes de una amorosa bienvenida a Fidel Castro, cuando se jactaban de  “progres” en 1989 (*). En el preámbulo de su nuevo status tercermundista, pero esta vez  de aparente semblanza cañí, una élite revoltosa de intelectualidad de España también estaría repitiendo la fórmula, accediendo al anzuelo del potencial verdugo. De la lista venezolana, el 95 % de aquellos firmantes hoy llora la pifia. Mientras tanto,  Iglesias  hace mofa de periodistas independientes, y critica a los medios que no dan cobertura favorable de sus andanzas. ¡Y eso que no llegó a vicepresidente de su país en una sola jugarreta!





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