DOMINGO 7: “La llave de afuera”
La llave puede
tener la condición de valioso trofeo, y
como tal es indispensable reunir méritos suficientes antes de merecerla. La
primera llave en la vida de cualquiera, que llena de hondo orgullo a quien
llega a recibirla, es precisamente “la llave de afuera”, la que permite entrar
y salir de casa pasando por alto retrasos de alcabala. No obstante, ese premio
es perecedero y podría perderse el derecho a tenerlo, junto con la confianza
que se disfrutó, como consecuencia de temerarias irresponsabilidades e
insolvencias posteriores.
Según
asegurarían de lado y lado, la puerta de las elecciones parlamentarias de 2015
estaría por abrirse en República Bolivariana (“RB”), con los argumentos de cada bando que basan su fortaleza para
atravesarla y llevarse nuevamente el trofeo, unos; o arrebatarlo, otros; en la
obligación del pueblo a ofrecer indistintos respaldos ciegos para no perder las migajas que los hacen inocentes esclavos de
pensamiento y acción, o por el contrario
a zafarse del yugo. El cálculo incluiría la obligación de olvidar exigencias de
antecedentes de decencia y de compromiso rotos a los que prometen conducir a
supuestos rebaños rojos o multicolores,
porque solo haría falta la lealtad a cantaletas, y esperar sentado
el milagro que jamás llega.
Por miles, por no
decir millones, se cuentan las personas que perdieron temporal o
permanentemente el beneficio de llevar
en el bolsillo “la llave de afuera”. Las negativas a rendir cuenta, a hacer lo
que les viniera en gana, pondrían fin a ese privilegio; a pesar de dramas de
arrepentimientos que resultaban falsos, o es que el vecino lo hace aún
peor, bravuconadas a salirse por la
ventana en lo adelante, o de irse y no regresar. El caso se repetiría ahora en
“RB”, donde, aunque no se crea, tales excusas infantiles inspiran razonamientos
del sector adverso al régimen, como base
principal para reclutar seguidores. En su parcela, sin discusión, el
autoritarismo imperante solo utilizaría fuerza y chantaje, para blindar una
supuesta mayoría.
Como “el vecino lo hace aún peor”, hay un sector que considera urgente e
inaplazable el otorgarse a ellos mismos
una carta de buena conducta, y en blanco el nombre de quien se acredita,
por la simple razón de que la llave debería dársele al menos malo, y no al que
posea competencias superiores para realizar la tarea. Reclamar la renovación de
postulantes en listas invariables por
década y media, exigir hojas de servicio para conocer contribuciones públicas
concretas, de inmediato levantaría la acusación de “tontos de la
anti-política”, con sospechas de promoción de abstencionismos, de divisionismos
contrarios a la unidad incondicional, de aliados de los esbirros pero a la vez
de desestabilizadores y de subversivos, si trancarán una calle en protesta. Ni
hablar de las maldiciones a los que soliciten reemplazos de conductores de este proceso, o de
exploración de otros métodos complementarios, o no, para alcanzar metas de
fines comunes, los cuales suscitan la inmediata descalificación a lo
dictatorial, con sectarismos descarados, bien lejos de procedimientos
democráticos de entendimiento colectivo.
Para
superar tanta decadencia, engaños y farsas en 15 años de “RB”, quizás haga
falta acreditar nuevos aspirantes recurriendo a una versión criolla de "La
llave y la letra", escultura original
de Antòni Tàpies en la ilustración de
arriba, la cual se entrega con 80.000 euros
a los ganadores del “Premio Internacional de Cataluña”. Los candidatos ostentan participaciones
importantes en el desarrollo de valores culturales, científicos o humanos
alrededor del mundo.Desde que el
filósofo Karl Popper triunfara en la
primera edición, por la Generalitat han sido distinguidos Jacques-Yves
Cousteau, Jacques Delors, Václav Havel, Bill Viola, Haruki Murakami, Claude
Lévi-Strauss, Doris Lessing, Luis Inázio Lula da Silva, la niña paquistaní
Malala Yousafzai, la exprimera ministra noruega Gro Harlem Brundtland, y el
arzobispo sudafricano Desmond Tutu, también Premio Nobel de la Paz en 1984. Con
los mejores, en vez de los menos malos, probablemente acabarían los continuados
ensayos de fracasos.
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