DOMINGO 7: “El héroe de Haarlem”



La historia del héroe de Haarlem, un  muchacho holandés que metió el dedo en el agujero del muro de una represa para evitar la inundación de su ciudad,  se leería en inglés desde 1850, pero alcanzaría  difusión masiva con la versión de Mary Mapes Dodges, en su relato publicado en 1865, en el que le escoge el nombre de Hans Brinker.  La responsabilidad primero, sobre cualquier riesgo, en poco menos de 24 horas en la vida de ese muchacho, le haría ganar una admiración que todavía perdura, como modelo de auténtica generosidad y entrega incondicional.

La mención viene al caso porque propondría una leyenda dorada de la narrativa, en la que aun transcurrido el tiempo,  los hechos valiosos para los pueblos sobrevivirían inalterados en su esencia, tanto en  origen como en su evolución posterior.  Algo ignorado en República Bolivariana (“RB”), por ejemplo, donde por el contrario es motivo de recreación la leyenda oscura de los hechos reales de un militar traicionero a su juramento patriótico, causante de muertes entre pobladores sorprendidos en la madrugada con el impacto de balas asesinas,  y cuyo crimen seria sobreseído debido a un falso arrepentimiento, para llevarle después a la “presidencia”, en elecciones democráticas.


Mucha gente de la que dice tener “más de dos dedos de frente”, y acreditaciones académicas del mayor nivel, superaron con creces la rendición de los golpistas del 4 de Febrero de 1992, tras oír al jefe de la asonada  asumir la responsabilidad de su matanza e insurrección, y babeaban aturdidos al ver al barrabás confesar su traición, en un país donde todos pecarían impunemente. Siguió el efecto cascada entre las bases de los partidos políticos dominantes entonces, sin que nadie tuviera liderazgo para imitar la grandeza del tal “Hans”, y poner el dedo para detener la peor catástrofe.

Aquel bochorno habría quedado convenientemente olvidado, y solapado para algunos desmemoriados de sus imperdonables omisiones, con la abstención voluntaria de un grueso de la población, en 2005, nuevamente carente de líderes creíbles y convincentes.   Nada produjo entusiasmo superior al de la aventura de desconocer las elecciones de diputados de la Asamblea Nacional, por estar sometidos a despilfarro de bienes públicos,  anulación de instancias judiciales para reponer la legalidad pérdida, y ausencia de cabezas, troncos y extremidades, para profundizar la lucha callejera subsiguiente, y combatir a la dictadura desde cualquier trinchera. 

 “Hans” siempre recibirá aclamaciones porque posee valor de autenticidad, inmune a dobles lecturas, a diferencia del uso común en “RB”, bien por voceros del régimen que no encuentran como limpiar el lodo que dejan a su paso; igual por quienes se atribuyen la condición democrática, excluyente, pero incomprendidos por un pueblo que sería  esquivo y desagradecido. Seguramente,  mejor les iría a los miembros de la MUD,  retratados en las hecatombes de 2002 y 2005, el proponer futuro y compromiso, en vez de escudriñar culpables, para achacarles lances desafortunados. Por ahora, en “RB” no están dadas las condiciones para honrar obras personales como la del gran “Hans”, que continúan siendo indiscutibles, después de 164 años.



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