DOMINGO 7: "Puentes Rotos"
Como vuelven las lluvias, la verdadera angustia de la
población le impide reparar en condenados al foso de desconfianza e
impopularidad, desplomados a nivel de “´puentes rotos” imposibles de pasar. Davis,
Giordani, Navarro, Álvarez –creciendo el montón–, ya tendrían salvavidas de
última hora. Sí hay mucha rabia, no obstante, por el señuelo de puente levantado con
complicidades nacionales e internacionales, para bloquear la justicia contra represores
causantes de 42 fallecidos, millares de presos, y persecuciones a granel. Pero, el terror actual cunde por estructuras empapadas
sobre ríos, lagos, y embalses que estarían en peligro por nuevos desbordamientos,
inundaciones, crecidas, deslaves y derrumbes, debido al abandono típico o
“endógeno” en República Bolivariana (“RB).
Hace ocho años golpearía la urgencia de atender
primero a los de adentro, en vez de esparcir corrupción en regalos de media
riqueza petrolera a Fidel y Raúl Castro, a la intromisión en el extranjero con
maletas repletas de dólares para doblegar voluntades, o simplemente en costosos
ventajismos para aniquilar a la oposición. Ocurrió con la caída del viaducto N° 1 de la autopista Caracas-La Guaira, el cual de marzo 2006 a junio
2007, fue reemplazado por una “trocha” que produjo graves congestionamientos de
tránsito, serios retrasos para conectar con el principal aeropuerto, y atracos
a ocupantes de vehículos obligados a avanzar a mínima velocidad al atravesarla.
A pesar de esa emergencia, igual se demoró la
conclusión de la obra durante 15 meses y el pesar por sus consecuencias, sin
descartar la ocasión de liquidar comisiones y sobreprecios con imperturbabilidad
bolivariana -excedida hoy, más madura, criminalizando movilizaciones
estudiantiles, ignorando medidas humanitarias para presos enfermos, juicios
imparciales para disidentes, y monopolizando instituciones de estado con
funcionarios de legitimidad vencida-. Según
se temía, siguieron eventos similares en Caño Negro”, Zulia; Cúpira, Boca de
Uchire, Rio Chico, Miranda; y caño El Arzobispo en Barinas, en 2011, 2012 y
2013. En 2014, los puentes y viaductos de todo el territorio nacional seguirían afectados “entre 80 y 90%, mientras que la vialidad entre 60 y 70%, producto de la falta de mantenimiento y
previsión”.
Los puentes rotos, en el sentido de interrumpir una
continuidad prevista, refieren así mismo a cadenas despedazadas por pérdida de
eslabones, tal es el caso de la desarticulada gerencia pública de “RB”, la cual
hace bastante que lleva directamente al barranco. La iguana come-cable
ilustró el problema del suministro eléctrico; el racionamiento de agua, el déficit
de inversiones en embalses y reparación periódica de canales de distribución;
la escasez de alimentos, medicinas y repuestos, el agotamiento de divisas y
créditos para importaciones; el hundimiento de la industria del petróleo, la incapacidad
para reponer yacimientos y refinerías.
El fatal desenlace de la secuencia de “puentes
rotos” todavía no se ve completo, porque viene pausadamente. El relevo indispensable
se ha descabezado con la sumisión al régimen como única credencial para la
sucesión técnica y administrativa que garantizaría el desenvolvimiento de la
nación, a partir de sus provisiones eléctricas, hidráulicas, sanitarias,
alimentarias, o petroleras. Los profesionales escapados de “RB” han ido a
aumentar riquezas y bienestar de diferentes regiones, mientras aquí quedaría
aún, de brazos cruzados, cierto lastre restando bríos al reclamo generacional
por mejor destino. De tanta siembra de puentes rotos, y excedente antillano
anulado a lo comunista, una buena cosecha pareciera improbable.
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