DOMINGO 7: Señor del Anillo

Un “señor del anillo” se destapó la semana pasada en la Organización de Estados Americanos (“OEA”), mientras a puertas cerradas se encubrían impudicias los países que se juntarían “transparentemente” en sus desvergüenzas. Allí  también se reprimiría, y atentaría contra la solidaridad panameña además, la denuncia en el foro sobre muertes, heridos, torturas, encarcelamientos y persecuciones de estudiantes, a cargo de esbirros de República Bolivariana (“RB”).

 Con altanería de verdugo, propia de la vileza de un tránsfuga, el cabecilla de aquella  emboscada ha proclamado su despropósito como gran victoria, aunque ha cedido  méritos de la bajeza a su divinidad mentora. A partir de entonces, como en rosario de ruegos repite “Chávez nos dejó un anillo de protección”, “Chávez merece otro título, el de “Protector”. Escarbando legitimación para el grave traspié contra la nobleza del gobierno de Panamá, el tránsfuga que es envidia de su semejante Herman Escarrá y su ley anti-guarimba también reclamaría descarada autoría para la posterior aclamación de la ampliada mayoría a favor de la paz, el diálogo y la inclusión, a la que él se opone de hecho en favor de la violencia bolivariana.

Josué Fernández  

Bastante conocida es la naturaleza material del anillo del señor del relato –ajena a espiritualidades o ideologías bolivarianas–, por los frecuentes apelativos más bien “bolivarísticos”, “dolarísticos” o “petrolísticos”, como argumentos preferidos desde 1998 para comprar adhesiones, complicidades, veredictos, silencios, de adentro y de afuera. En medio de militarismos predominantes, el santo y seña revolucionario rezaría “De lo que no nos cuesta hagamos fiesta”. No obstante, el ruido de mesoneros apilando sillas y recogiendo mesas, apagada la música, y creciendo el sopor de los que quedan, parecen ensordecer la agonía circundante.

Los despilfarros petrolísticos, dolarísticos y bolivarísticos, ya no admiten prórrogas rondando los dieciséis años de formato autoritario de engaños a los pobres con las migajas de un festín reservado a muy pocos, quienes comen completo, beben, viajan, y gozan de lujos a sus anchas aquí y en el extranjero. “No volverán” es la consigna bolivariana para referirse a estantes repletos anteriormente de medicinas, alimentos y repuestos. “No volverán” tampoco los precios bajos, el pleno empleo, las soluciones a quienes carecen de viviendas, centros asistenciales o escuelas. “No volverán” las remesas a estudiantes  o familiares en el extranjero. “No volverán” los boletos aéreos al alcance de todos. “No volverán” los medios de comunicación libres.

Añadida al saldo de la rebelión estudiantil actual, la marcha fúnebre se extiende por los parlantes bolivarianos con el anuncio casi diario de una derrota mayor para el bolívar como moneda nacional. Con tres ceros de menos sirvió para disimular fracasos acumulados hasta 2008, pero siguió palo abajo en relación a un dólar norteamericano de Bs 573,88 a 6,3 Bs F, equivalentes a 630 de los de antes. Volvió a perder cuando el canje fue de 6,3 a 11,7, y por último ha sido vencido y humillado por encima de 50 como cambio oficializado exigido para un simple billetico verde de a uno del imperio. Los bolsillos castigados sufren sin remedio el dolor profundo de esa historia, aunque se les restriegue felicidad a juro. Al señor del anillo le faltará suerte y protección de su divinidad mentora, cuando exiliado solo tenga argollitas plásticas sobre mantel de buhonero indocumentado, para torcer la decencia de desprevenidos.