DOMINGO 7: A Chiripazo Artero




Ni en la época de Rafael Caldera II cuando la denominación fue ampliamente apreciada, la derivación de  chiripazo adquiriría tanto valor como ahora en República Bolivariana (“RB”), donde serían frecuentes en forma artera para sostener impunidad de maleantes nuevos ricos; también  la proclamación de Presidente por una diferencia forjada a decir de demandas judiciales; y  hasta la legitimación de un primer mandatario sin la prueba fehaciente de su partida de nacimiento en el país cuyo régimen encabeza, entre muchas otras potenciales podreduras ya inocultables.

Digno de aunque usted no lo crea, sin embargo, es allí mismo donde el máximo vocero del régimen actual llega a proclamar que "Voy a darle duro a la corrupción donde esté (...) la batalla contra la corrupción es la batalla contra el capitalismo y sus antivalores".


De chiripazo artero, igualmente, entonces seguirían libres en sus fechorías, lejos de parar en la cárcel, quienes en los últimos catorce años habrían sido grandes jefes de comisiones derivadas de obras o servicios contratados por el Estado, de malversaciones del dinero del pueblo, o de estafa directa al Tesoro Nacional. El contingente subido a la “chiripa” más recientemente procedería de beneficiarios de la lista de pagos bolivarianos dedicada a cuadrar artistas, animadores, músicos y deportistas. Este añadido de última hora se prestaría para proclamarles candidatos oficialistas a alcaldías y concejos municipales, cargando con el ulterior menoscabo a sus maltrechas reputaciones de personajes públicos, al usurpar por falta de méritos a los genuinos dirigentes de base de la fracción partidista que supuestamente les respaldaría.

Los chiripazos son de cara complaciente para los que todavía medran desvergonzadamente  en “RB”, y una adversidad para los otros que pudieran desenmascarar la represión inducida desde las alturas del poder, tal es el caso de Iván Simonovis,  demás comisarios del 11 de Abril, o la jueza María de Lourdes Afiuni.  De manera aleatoria igualmente se decide la mala fortuna de quienes refuerzan el cerco democrático a la tiranía, con la acción de leguleyos que sancionan inhabilitaciones políticas de dirigentes clave, sobornos y grabaciones ilegales, imputaciones falsas de delitos comunes o allanamientos de inmunidades, acciones estas emprendidas mediante cayapas cobardes de burócratas alineados con el gobierno.

Para el resto de la población -superior a la mitad de los habitantes-, la “chiripa” se mantendría en suspenso con toda la capacidad de agresión militar y policial, o la administración sesgada de las leyes, pendiendo sobre sus cabezas para desguazarlas en cualquier instante que constituyan amenaza cierta a los planes agenciados entre subalternos domésticos y los castro-comunistas, para la subsistencia de ambos replicando la permanencia indefinida de una misma clase gobernante. Hay quienes aun creen que el bien común, tarde o temprano, volverá a renacer en Venezuela, y nunca morirá aunque haya prolongado demasiado su largo exilio, perseguido y ahuyentado de “RB”.

 


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