DOMINGO 7: Atajos
“Expropiar es robar” porque significa arrebatarle
a otro lo que éste produjo, y lleva
directo a la pérdida absoluta temprano o tarde, cuando el ladrón descuida lo
que nada le costó y luego abandona sin dolor alguno, tal ocurre en “República
Bolivariana” (RB) desde hace 14 años. El empeño por el menor esfuerzo conduciría
a los caminos cortos, a los atajos por los que van los aprovechadores burlando
a los que apostaron años de trabajo para
levantar un patrimonio particular, o colectivo si se tratara de las obras del
pueblo.
Así, nadie se excluiría del sentimiento de rabia hacia los sujetos que de
tanto “expropiar o robar” la riqueza de Venezuela entera, cada vez acercan más
el fin del abuso del petróleo sin previsiones a futuro, a sabiendas de su
maldad. Hasta allí llegarían los regalos a invasores castro-comunista-bolivarianos
y demás allegados, pero también hacia adentro a la gasolina barata, las misiones
para ganar votos, y al contrario se vendría encima el mayor deterioro de los bienes
y servicios públicos.
Atajo es sacar
ventaja del trabajo realizado por otro que ahora es difunto, a quien habrían
faltado el debido respeto con la inútil prolongación de su agonía, el
desconocimiento de su voluntad de unas humildes exequias, y la sepultura en
tierra natal. La extensión a dos semanas de velorio, y la exposición continuada
a la vista de fisgones, se calcularían en ganancias para la campaña electoral
del que pretende un supuesto reemplazo filial careciendo de méritos
equiparables, y solo contaría con fantasiosas apariciones de muertos que
proclama sin vergüenza.
El tomar atajos igualmente
sería política expresa del régimen bolivariano cuando se adjudica en exclusiva
la propiedad de los colores de la bandera nacional y de la memoria del
libertador Simón Bolívar, construidos en más de doscientos años de vida
republicana. Sin embargo, como muestra de desprecio a lo que dicen defender, de
golpe y porrazo se degradan como
vende-patrias al izar la bandera y cantar el himno de Cuba, en actos oficiales,
y hasta llegan a insinuar el corromper a los niños venezolanos haciéndoles
entonar una canción intrusa.
De atajo en atajo, ya
hay menos caminos cortos para el trajín del régimen bolivariano, mientras se
agota el asombro ante trucos vueltos predecibles, el público aburrido se sale
de la carpa, y para ver el circo ya no se cobra entrada sino que se paga por
hacer bulto. Si por lamentable error se le diera prórroga a esa función el 14-A,
muy caro para todos resultaría sostener aquel tinglado que ninguno de ellos ganó
con esfuerzo propio.
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