DOMINGO 7: Árbol y Bosque
El fin de mandato de 14 años en “Republica Bolivariana” (RB), a cargo de
una persona cuyo estilo acaparó atención como nunca para mal y para bien,
adentro y afuera, desde el primer segundo ha provocado confusión, revuelo, y mareo
por los avatares de sucesión que atañen a las instancias de gobierno, judiciales, militares, así como a la misma “alternativa democrática”.
Los acostumbrados rituales para tales ocasiones ahora son llevados a
extremos de paroxismos como merecería el sujeto que los habría suscitado en
vida. El estruendo que produce un hecho singular, recordaría la advertencia del
“árbol que tapa el bosque”, o como preferiría alguien más acucioso “los árboles no nos dejan ver cómo es todo
el bosque”.
Ya perdió importancia cuánto tiempo se ocultó la noticia de la muerte
del último mandatario de “RB”, o se prolongó su agonía inútilmente; pero ha
quedado claro que cualquiera de esas dos razones, o ambas, sirvieron para ganar
tiempo en la preparación de cada detalle que permitiera sacar ventaja de lo que
se sabría inevitable desde hace meses.
En ese sentido, la preocupación rompería cualquier escala al escuchar durante
el velorio del fallecido presidente, en una del “rey ha muerto, viva el rey”,
con revolver en la cintura, lo que debía ser un ponderado mensaje del ministro
de la defensa, almirante Diego Molero Bellavia. Sin tapujos,
él llamaría a votar por Nicolás Maduro y "darle
en la madre a toda esa gente fascista de este país".
Días antes, el
propio heredero también se arriesgaría con mezquino talante al mofarse del exlíder sindical Carlos Ortega, quien
obligado al exilio en Perú estaría ganando el sustento como auxiliar de chofer
de camión, y esto lo haría indigno a los ojos del vicepresidente de la anterior
administración, convertido ahora en regente de la “RB”. La respuesta del
aludido en la burla fue la de recordarle a su agresor el origen como chofer del
encumbrado funcionario, poniendo de relieve que en condición de permanente
reposero siempre fue renuente a cumplir sus obligaciones. ¡Ahí quedaría la
herencia!
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