DOMINGO 7: O Colonia o Rochelita Cubana
El mundo conoce de sobra que llevaba, por lo menos
veinte años, la costumbre de visitar a
la brava los predios del “Castro-Comunismo-Cubano” (CCC) por parte de altos
dirigentes de la “República Bolivariana” (RB). Lo noticioso sería el fin de
viajes escondidos a medianoche, tal vez hechos así por ciertos restos de
vergüenza. Ahora sobrarían caretas, ante el pretexto de la hospitalización del Presidente
Electo Continuista, dada allí por sospechosas preferencias, contraviniendo a
especialistas acreditadamente superiores.
El distinguido gestor diplomático –“Comandante Fausto”–,
quizás sabría revelar cómo se encadenaría la soberanía del país a la dictadura de mayor antigüedad en América
Latina. Nadie atribuiría la devoción por
Cuba de la máxima dirigencia de “RB”, a los atractivos turísticos del malecón
de La Habana, las playas de Varadero, el Tropicana, ó los “mojitos”, el son ó
la salsa. Tampoco, aunque bien gozados según fotos
risueñas aún con enfermos en estado de máxima gravedad, a sus privilegios en expropiados pisos
exclusivos y suites de hoteles de lujo, o de las mansiones de “El Laguito”,
todo de acceso prohibido a los cubanos del pueblo.
Memorable para la
“RB” es Diciembre de 1994, cuando rezagados y resentidos aplaudieron la
opresión y la dictadura como formas preferidas de gobierno, con la intromisión
abierta y descarada del tirano Fidel Castro en política nacional. En persona le
brindaría “honores de jefe de estado” al militar alzado aquí el 4 de Febrero de
1992, aprovechándose de las libertades de entonces. Las muertes causadas por
ese militar golpista se convertirían en gracia con el indulto presidencial de
Rafael Caldera, en acción suicida característica de la degeneración reinante por
oscuros trueques de los valores requeridos para la preservación de la democracia.
Esponjado como pavo real, el otrora cadete infiltrado en la Academia
Militar dispuesto a la traición y a disparar contra la población llegado el
caso, respondió el homenaje con la amenaza de repetir asaltos: “Yo no merezco este honor, pero aspiro merecerlo
en los días y meses por venir”. Su evidente mentor Fidel Castro le recordaría
los méritos que ya acumulaba, incluyendo “10
años educando a soldados venezolanos” en “ideas bolivarianas” –adulteradas para reclutar bajo presión y engaño a
mansos prospectos encandilados–.
Al salir del closet de disimulos en 2005, Fidel Castro por su parte diría
al presidente venezolano, asentado por la prensa, que los dos países eran “una sola nación”. “Con una bandera”,
añadió Chávez. A lo que Castro replicó: “Nosotros somos venecubanos”. La dominación
se ve y se siente como nunca en cualquier institución de la “RB”, y en millones
de dólares sacados al petróleo para despachar diariamente a la Isla. Si no fuera
“Coloniaje”, el venezolanismo de “Rochela” como “lugar frecuentado por ellos”, aplicaría para explicar el caso. ¡O
las dos cosas!
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