DOMINGO 7: ¡SALVAR A LA ZORRA! (Fábula para inocentes mayores de 18, PARTE II)
En una de Esopo, acreditado autor de fábulas en las que "humaniza" conversaciones de animales para destacar vicios y
virtudes, se deduce que, al
esperar gatos y oírlos maullar según lo sabido, el asunto va tan bien como
cuando se aguardan leones y se perciben sus rugidos. El problema sin remedio estaría
en la falta de previsiones porque se crea que las fieras salvajes se pueden
comportar como gatos, y se acabe destrozado por sus colmillos.
En “el león, el asno y la zorra”, el trío sale a cazar en igualdad de
condiciones, pero el segundo resulta devorado por el primero –y a la primera–, al fallar simples cálculos inocentes sobre el
tiránico “Rey de la Selva”. Se impondría el carácter carnicero, y la superioridad para arrasar
con cuanto apareciera en los alrededores. La zorra, por astuta, aprendería
aquella lección y salvaría su pellejo, pero a cambio de servidumbre y sumisión.
Noticia vieja sería la constante amenaza de especies aparentemente
domésticas, que de repente padecerían de bárbaras transmutaciones. Producirían
temores a los más débiles –como ocurrió a la zorra de
la fábula–, admiración a los que quisieran imitarles pero
les faltaría coraje y recursos para dominar a otros; y conformismo entre
quienes aceptarían la calamidad con la resignación del destino desdichado. También
rondarían los que creerían tener el secreto para domesticar al león, aunque sin
premio alguno para su empeño –como
el asno que pronto terminó en comida de la fiera–.
Por último habría un grupo en guardia, preparándose tenazmente para acabar abusos
y ventajismos, y darle un parado al despotismo.
La opción cívica es la que suma más voluntades en la Venezuela de hoy, con
grandes fortalezas guardadas para las votaciones del 7-O como arma de
exterminio de dañinos mutantes, los cuales fingirían de domésticos felinos
cuando llegaron hace unos 14 años. No
valdrán ventajismos de ninguna naturaleza para ganarle al voto juicioso que recuperará
la paz perdida y las libertades plenas, y hasta redimirá las equivocaciones admitidas
de muchos quienes se voltearon al avanzado proceso de conquistas civiles al
alcance de todos, a cambio de una riesgosa aventura ya fichada con peligrosos
antecedentes.
Como lamentablemente suicida quedará registrado que, por defecto individual
o colectivo, fueran las presas pretendiendo engatusar al león, al ofrecérseles otra
vez desprevenidas como el asno de la fabula, que perdió la vida por imaginarse
imposibles. La enseñanza de la historia real apunta –para
volver a contar a cualquier inocente aún siendo mayor de edad y con derecho a
votar–, a la dificultad de cambiar la actitud básica
de los individuos, y la fútil expectativa por transformaciones mágicas, cuando los expedientes públicos advierten lo contrario. El
próximo domingo deberá imponerse el fin de una pesadilla, con el despertar de
un pueblo enrumbado hacia un futuro prometedor.
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