DOMINGO 7: “Ofidión”


Por Josué Domingo Fernández Alvarado



 




Siguiendo el libreto de las  muertes interminables de Fidel Castro, desde las salas situacionales cubanas se vendría repitiendo sin originalidad alguna el mismo hilo dramático de una supuesta magna defunción, para ser transmitida ahora en sus enclaves de  la República Bolivariana (RB). Quizás el último lugar del mundo en aceptarles sus bromas macabras  –y hasta las pagarían con sobreprecio petrolero más comisiones–, en intentos por adormercer a una audiencia que viviría atontada con tales artimañas, según cálculos ligeros de dirigentes oficiales.

La reposición al mejor estilo cubano del folletín, folletón, culebra, culebrón, ofidio u ofidión, daría la impresión de haberse iniciado oportunamente con el anuncio de la magna gravedad en los días siguientes al 12 de febrero pasado. Sería el capítulo de estreno en la tentativa de opacar el interés nacional e internacional en el proceso inédito  de la alternativa democrática venezolana, al lograr su primer paso contundente en elecciones primarias y escogencia del candidato de unidad, para enfrentar al continuismo entronizado en “RB”, donde éste sumará catorce años llenos de extremismos.

La oportunidad de la “semana santa” también se aprovecharía en la trama para la representación de un remedo de samaritano pidiendo para si “las espinas del sufrimiento”.  No obstante, en vez de padecimientos evidentes, al cabo de nada se le vería listo para el  regreso de fiesta, en la celebración del “júbilo nacional” al cumplirse una década del retroceso del 13 de Abril de 2002. Pero, el infortunio sí apareció con la desagradable noticia de que las  mimadas “Misiones” de la “RB”,  sopresívamente podrían irse de sus manos al convertirlas en ley de la república precisamente con los votos de opositores,  mas con resentido rechazo de los diputados oficialistas, expresado en malsanas resistencias contrarias a los intereses del pueblo que las desearia eternas.

Peores calamidades asomarían igualmente de repente, en las calificadas como “verdaderas espinas” causantes de serias heridas a funcionarios claves de la “RB”,  por el expediente que ayudaría a instruir su magistrado Eladio Aponte Aponte en la “DEA” norteamericana. Resultarían  implicados en narcotráfico algunos altos jefes de la Fuerza Armada Bolivariana y varios líderes del gobierno. Hasta ahora se trataría únicamente de denuncias  pendientes de documentación verificable, aunque ya disminuirían dudas sobre la agonía de la justicia, la nulidad del debido proceso, la reversión de la carga de la prueba, la siembra de delitos, la creación artificial de culpables tenidos como enemigos del régimen,  la persecución judicial y el encarcelamiento en venganza política. 

Con angustia desmedida, los libretistas del “ofidión” de la magna defunción se agarrarían de  rumores, que nadie desmentiría en tres días, sobre el temido deceso ocasionado por un infarto, precedido de dificultad para caminar solo, la exigencia de una urgente intervención quirúrquica y el desenlace fatal en el quirófano. Hay registro de muchos que lloraron entonces. Seguiría una incitación a comprar provisiones para cubrir una larga inestabilidad por probable golpe militar, de  rebelión de grupos civiles armados, ó de todas las desgracias juntas que  atemorizarían y  harían cerrar  ojos y oídos de la gente, ante la destrución que se agrava en el país. A tiempo, el muchacho de la novela reaparecería jugando bolas criollas. ¡No estaba muerto!  Vienen capítulos nuevos.

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