DOMINGO 7: SECRETOS SECRETOS

 

En la Venezuela actual se imponen a la fuerza diversos niveles o categorías de secretos, opuestos a cualquier decoro nacido de la definición singular de Cosa que cuidadosamente se tiene reservada y oculta”. Una clasificación a la ligera  podría incluir al menos tres categorías, la roja de los secretos exclusivos inherente al color que fue tradicional de los gobierneros;  la  amarilla de los secretos tradicionales; y la verde,  la más conocida,  de los secretos sin plazo de espera para su revelación inmediata, resultando cada una de la distancia en que se encuentra la información guardada, mayor ó menor, del interés prioritario de aferrarse al poder, por los siglos de los siglos.

En la suprema categoría roja -el color de los grandes privilegios antes de su ostracismo por orden superior-, casi impenetrable, se hallaría la información ocultada deliberadamente, tal es la identidad de los médicos atendiendo la enfermedad presidencial y las fases de la sanación reservada a los también curanderos Fidel y Raúl. Asimismo pararían allí los datos clasificados  como “secretos de estado” sin previsión constitucional al respecto, quizás por temores oficiales de dejar ver deslices del régimen, que así quedarían a salvo del escrutinio de la justicia,  los medios de comunicación y los ciudadanos en general, para continuar muertos, pero de risa, de la obligatoria rendición de cuentas de funcionarios en un sistema democrático.

De tal manera, sólo restaría “el pensar mal  y acertarás” contra los impedimentos para comprobar fehacientemente esas y otras  realidades fundamentales como la producción petrolera del país, los ingresos por la exportación; la ejecución presupuestaria; los convenios y donativos que involucran a cubanos y a otros; el destino de las deudas públicas, presentes y futuras; las compras de armamentos y su justificación; el proceso para otorgamiento de contratos o adquisiciones de adicionales bienes  y servicios de gobiernos a gobiernos, o a particulares nacionales o extranjeros; las cifras definitivas de los votos de los opositores en las consultas electorales, ó cualquier asunto anexo que no se desee ventilar ante los demás por arbitrariedad y simple autoritarismo.

La categoría amarilla, de los secretos que se forzaría su descubrimiento mediante presiones de cualquier índole, abarcaría el profesional, el de auditorías y contralorías selectivas a quienes no tienen el beneplácito oficial, así como el sumarial que sirviera para condenar sin juicio previo a los desertores de la causa. Se utilizaría de igual modo para guardar provisionalmente, hasta mejor ocasión de una inhabilitación o prisión, las declaraciones juradas de patrimonio de ministros, máximas autoridades de los entes legislativo, judicial, electoral y ciudadano, los gobernadores y alcaldes, y los directivos de los distintos organismos del Estado y de las empresas públicas.

Los secretos de la categoría verde agrupan a los de los sectores más vulnerables y distantes de las fuentes de poder. El mayor desamparo fue el de aquellos que revelaron su voluntad contraria al régimen en la convocatoria a referéndum en 2004, y que  aún padecen represalias que se derivan de esa identificación como oponentes según la lista Tascón, y las variantes de la Lista Maisanta, o del paquete de la Batalla de Santa Inés, todas recopiladas en CD y vendidas por buhoneros, condenando además a esas víctimas con la etiqueta de enemigos irreconciliables por sólo ejercer derechos consagrados en la Constitución Nacional vigente.

Hoy, dentro de ese perseguido segmento grueso de la población, se invoca la Ley de la Función Pública Estadística, que garantizaría el Secreto Estadístico, con motivo del Censo 2011. Con cable submarino de fibra óptica, transmisión inmediata a Cuba y su exclusividad ilegal en cédulas nacionales electrónicas, se jura a quien desee creerlo que los testimonios personales y de toda la familia se quedarán en Venezuela, como también se resguardaría el sistema de identidad y de registros públicos, lejos del alcance cubano. Adicionalmente, habría que creer en la promesa de que el resultado del censo determinaría la distribución del situado constitucional en lo adelante, porque no existiría la manipulación por la administración central según el sistema inconstitucional actual.  Para confiar en el régimen podría bastar como muestra la declaración de su más alto representante, cuando el pasado 5 descubrió su juego limpio señalando que “no la pegan porque nosotros también tenemos habilidades para confundir al enemigo".

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