DOMINGO 7 / Susto que da el fantasma de la discriminación por edad

Opinión
Dom, 04 de Julio 2010, 05:39:22

DOMINGO 7 / Susto que da el fantasma de la discriminación por edad

Es ínfima la cantidad de quienes se resignan a quedar por fuera de las oportunidades para los jóvenes, aunque ya tengan próxima su fecha de vencimiento, y se resisten a dar paso a las actitudes más frescas aunque inexpertas, y destinadas al fracaso si faltara la ayuda de los mayores con la capacidad adicional de estar por encima del remedo de los tiempos de imberbes como única justificación de sus existencias casi caducas. / JOSUÉ FERNÁNDEZ

Por Josué Domingo Fernández A.

Aunque propios y extraños lo nieguen a la primera, las dramáticas manifestaciones del susto que les produce el  siempre merodeador fantasma de la discriminación por edad se observan a diario en formas conmovedoras e inocuas, casi risibles; pero también con lamentables consecuencias en la dirección de un país o  en el debate público.

Entre las segundas manifestaciones, las de mayor importancia por el daño cierto a la decadencia de la discusión y ejecución de asuntos relevantes a todos, la trama empieza con posiciones en  la radio, la televisión o la prensa, cuya característica más notoria es “en contra de todo y a favor de nadie”, ancladas en una imagen tardía  de “enfant terrible”, o en la estrofa del francófono Salvatore Adamo, quien en 1966, a sus veinte años, cantaba “En bandoulière su “lucha contra el mundo que en esta vida, todo el mundo lucha contra ti…”( «Mon grand, voilà le monde, ne nous en veux pas, fais de ton mieux»)

Esa patética inmadurez retrata a “gobernantes”, a “analistas políticos”, a “conductores de la opinión pública”, quienes dejan de lado o no conocen los méritos originales  del francés de nacimiento  Pierre Charles L'Enfant (1745-1825), de quien se tiene memoria que fue llamado “enfant terrible” por Thomas Jefferson, tal vez por el  idealismo e insistencia en la aplicación de soluciones arquitectónicas no convencionales al diseño del sistema de calles del ahora Washington D.C., en los Estados Unidos.

La deformación local de “enfant terrible” que encaja mejor con las segundas manifestaciones ya anotadas al principio, tiene expresión más fidedigna en lo ocurrido en estos tiempos de Mundial de Futbol Suráfrica-2010, cuando el francés Nicolas Anelka, salió expulsado de su selección tras insultar al director técnico Raymond Domenech durante el descanso al cierre del primer tiempo del partido contra México. "Que te den por el..., hijo de...", le espetó el jugador, frente a lo cual el entrenador respondió: "OK, sales", y colocó en su lugar a André Pierre Gignac en el complementario”, se leyó en prensa deportiva.

Pero, por otra parte, entre los testimonios tal vez inocuos del susto que da el fantasma de la discriminación por edad, se encuentran las acciones de  quienes esconden el año de nacimiento o en sus papeles de identidad tienen medio borrado ese dato, o se olvidan de colocarlo en  cualquier planilla o resumen profesional,  o en respuestas verbales pasan por alto entre cinco y hasta diez ya cumplidos, y concurrentemente lo vienen aliñando desde hace años -los míos por ejemplo-, con “soy de los “Beatles” para acá”, luego de “Menudo”, de “Madonna”, y de “Iglesias”, pero el “Enrique”, más recientemente, unidos al empleo de la gama disponible de recursos cosméticos para hombres y mujeres.

Y es que tal vez tantas previsiones o artimañas vanidosas serían indispensables para prolongar quince minutos de amor propio en la vida de bastantes, aún más en nuestras latitudes  de menor tradición cultural cuando se las compara con países europeos, por ejemplo, porque ya se sabe allí que el boom demográfico provoca una enorme expansión del intervalo estadístico entre 55 y 64 años”, y ahora se imponen campañas contra la discriminación por edad como las ya existentes para los casos de sexos, orientación sexual, razas, ideologías o religiones.

Se dice igualmente que: “Debido al continuo aumento de la longevidad, las personas tienen más oportunidades de desarrollar su potencial durante una vida más larga” y, sin embargo, allá y aquí, “la falta de sensibilidad social hace que actualmente se observe con total normalidad la existencia de cientos de anuncios de trabajos y ofertas de empleos exigiendo no superar cierto límite de edad”, esos antecedentes según textos de “ACDE”, la Asociación contra la Discriminación por Edad en España. Aquí, entre otros, los gobernantes, analistas políticos, locutores, no quieren aparecer en esa fotografía y preferirían entonces el convertirse en jóvenes, a ultranza.

Aunque el reto es el de conseguir lugares adecuados para unos y otros, que si los habría en una sociedad preparada para el relevo en cada uno de sus estratos, es ínfima la cantidad de quienes se resignan a quedar por fuera de las oportunidades para los jóvenes, aunque ya tengan próxima su fecha de vencimiento, y se resisten  a dar paso a las actitudes más frescas aunque inexpertas,  y destinadas al fracaso si faltara la ayuda de los mayores con la capacidad adicional de estar por encima del  remedo de los tiempos de imberbes como única justificación de  sus existencias casi caducas.
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