DOMINGO 7: DEMONIOS Y BRIGADAS



Por Josué Domingo Fernández Alvarado
 
Venezuela se ha venido convirtiendo en un país vigilado por demonios, cuyos castigos y penitencias ya afectan por igual a seguidores del régimen, sin mayor discriminación, como antes estaban reservados para los opositores. La relativa novedad es que, entre los adoradores que guardan el santo y seña del color rojo para su ropa, son pocos los que no han padecido, o ven como se les aproxima, el alambrado tendido por las brigadas a cargo de una segura represión que creían exclusiva para los que no se rindieran en alabanzas a los personeros del  gobierno.

La célebre lista “Tascón”, hecha en principio para execrar supuestos enemigos, ahora es inspiración de formas revisadas de cercos y talanqueras que se imponen a los niveles menores en ministerios y oficinas públicas cuando se clasifica expresa o tácitamente a quienes están a favor o en contra de renunciar a conquistas sindicales; ó se niegan a contribuir para el partido con una porción de salario  ó para otros programas proselitistas promovidos por sus jefes. Igualmente notorio se ha hecho el cúmulo de represalias para los que se resisten a llevar la indumentaria roja por obligación, o de asistir a marchas y desfiles cada vez que se lo exigen sin posibilidad de excusas, y hasta para los sospechosos de padecer en silencio esas humillaciones.

Poco a poco los más afortunados entre los firmantes como miembros del Partido Socialista Unido, y que han recibido alguna dádiva oficial, también han descubierto, por ejemplo, que tendrían tierras para trabajar o quizás alguna solución habitacional, pero que de ninguna de ellas nunca saldrían como libres propietarios, ó con posibilidades remotas de dejarlas como herencia a sus hijos ó a cualquier otro descendiente o familiar que pudiera requerirlo a futuro, como corresponde a quien hace méritos para ello con su trabajo y esfuerzo.  

Subiendo un poco en la pirámide de los reconocidos camaradas, ya es bien sabido como la trampa-jaula obtuvo igualmente respaldo legislativo al convertirse en la ley “antitalanquera” que convirtió en delito el derecho de cualquier ciudadano a pensar libremente, pero que por estar dedicada a los militantes del PSUV electos a la Asamblea Nacional, son ellos contra quienes caerían primero las sanciones si llegaran a cambiar de manera de pensar, y buscaran una salida política diferente a la que respalda el gobierno actual. 

Los procedimientos aplicados a la población civil devienen en estratagemas en el componente militar para ascensos y demás prebendas, pero con grados superlativos de crueldad para los desertores  como  en el caso ya emblemático del general en jefe Raúl Isaías Baduel, quien encabeza la lista de los que creyeron que existía una deuda que podría cobrar por los apoyos brindados, altamente redituados para prolongar la permanencia en el poder de sus antiguos aliados, y que estos serían suficientes como escudo de respeto y consideración a su máxima jerarquía militar. El juicio a Baduel es un precedente que pende sobre las cabezas de quienes se cansen de aplaudir, antes de que caiga el último “out”, 

Por último, para los de más arriba están los privilegios repartidos o agenciados copiosamente por los seguidores más connotados, lo cual podría pasar como reconocimientos validos y merecidos para los que detentan el mando, pero que  igualmente dejan marginados a los de más abajo en  las filas de militantes, cuando sólo pueden contar en sus manos con las pocas sobras que les caen desde las mesas repletas de los otros.



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